A veces, uno tiene una idea para el escrito semanal
en El Periscopi, a veces la tiene escrita y lista para enviarla, pero surge
algo que te obliga a reconsiderar todo lo escrito. Algo que te hiere como ser
humano, algo que te hace pensar en el tipo de sociedad en la que vivimos y
hemos colaborado en su construcción, que te impide usar la ironía o quizás el
sarcasmo, con que con tanta frecuencia expreso mis sentimientos, algo que te
hace perder la equidistancia ante los hechos.
Había basado mí abortado escrito en laa
responsabilidades por las decisiones tomadas, basándose en falsedades,
durante la reunión en el Archipiélago de las Azores el 15 de marzo de 2003, por
los tristemente célebres, máximos mandatarios de Estados Unidos (George W.
Bush), Reino Unido (Tony Blair) y España (José María Aznar). No eximía, por
supuesto, la fanática actitud de algunos
fanáticos islamistas, ni a la inoperancia de la O.N.U. para resolver los
problemas entre países y tampoco a las injerencias, por motivos económicos, de
las potencias mundiales. En el cúmulo de factores, no podía dejar de lado las
crisis económica y cultural así como la
falta de expectativas para los jóvenes, especialmente de los emigrantes. Todo
ello unido al incremento de las posturas xenófobas y racistas crea un caldo de
cultivo para todo tipo violencia.
Y si,
intentaba de manera más o menos acertada racionalizar, hasta cierto punto, lo
irracional, pero confieso que ahora no puedo.
Un niño, ha
sido tan privado de raciocinio por monstruos que dispara a unos semejantes, un
niño que dice querer ser ejecutor de infieles y paganos, un niño al que en nombre
de un dios, le han robado el derecho a ser niño.
No, por
supuesto que no culpo al niño. Los asesinos del niño, son los que le han
fanatizado, los que le han negado el derecho a jugar con juegos de niños.
Podría entender, que no compartir, que un adulto se suicidase en una defensa
absurda de sus estúpidos ideales, pero jamás comprenderé transmitir un odio
irracional a alguien que está empezando a vivir.
Y si, siento
vergüenza de formar parte de una sociedad capaz de semejante aberración, siento
vergüenza de compartir genes, con alguien que considera que asesinar mentes de
niños es algo positivo, y siento asco y nauseas de compartir especie con
alguien al que estas atrocidades le incite a tomar partido y unirse a sus
filas.
¿Puede
extrañar a alguien que abomine de las religiones? Ya que todas, repito todas,
en un momento u otro de la historia han prostituido con sus fanatismos mentes
infantiles.
Publicado en El Periscopi el 16 01 2015
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