sábado, 17 de enero de 2015

Asco, nausea, vergüenza



A veces, uno tiene una idea para el escrito semanal en El Periscopi, a veces la tiene escrita y lista para enviarla, pero surge algo que te obliga a reconsiderar todo lo escrito. Algo que te hiere como ser humano, algo que te hace pensar en el tipo de sociedad en la que vivimos y hemos colaborado en su construcción, que te impide usar la ironía o quizás el sarcasmo, con que con tanta frecuencia expreso mis sentimientos, algo que te hace perder la equidistancia ante los hechos.

Había basado mí abortado escrito en laa responsabilidades por  las decisiones tomadas, basándose en falsedades, durante la reunión en el Archipiélago de las Azores el 15 de marzo de 2003, por los tristemente célebres, máximos mandatarios de Estados Unidos (George W. Bush), Reino Unido (Tony Blair) y España (José María Aznar). No eximía, por supuesto,  la fanática actitud de algunos fanáticos islamistas, ni a la inoperancia de la O.N.U. para resolver los problemas entre países y tampoco a las injerencias, por motivos económicos, de las potencias mundiales. En el cúmulo de factores, no podía dejar de lado las crisis económica y cultural así como  la falta de expectativas para los jóvenes, especialmente de los emigrantes. Todo ello unido al incremento de las posturas xenófobas y racistas crea un caldo de cultivo para todo tipo violencia.

Y si, intentaba de manera más o menos acertada racionalizar, hasta cierto punto, lo irracional, pero confieso que ahora no puedo.

Un niño, ha sido tan privado de raciocinio por monstruos que dispara a unos semejantes, un niño que dice querer ser ejecutor de infieles y paganos, un niño al que en nombre de un dios, le han robado el derecho a ser niño.

No, por supuesto que no culpo al niño. Los asesinos del niño, son los que le han fanatizado, los que le han negado el derecho a jugar con juegos de niños. Podría entender, que no compartir, que un adulto se suicidase en una defensa absurda de sus estúpidos ideales, pero jamás comprenderé transmitir un odio irracional a alguien que está empezando a vivir.

Y si, siento vergüenza de formar parte de una sociedad capaz de semejante aberración, siento vergüenza de compartir genes, con alguien que considera que asesinar mentes de niños es algo positivo, y siento asco y nauseas de compartir especie con alguien al que estas atrocidades le incite a tomar partido y unirse a sus filas.

¿Puede extrañar a alguien que abomine de las religiones? Ya que todas, repito todas, en un momento u otro de la historia han prostituido con sus fanatismos mentes infantiles.
Publicado en El Periscopi el 16 01 2015



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