Vaya por
delante mi rechazo a ETA, y, especialmente, a sus métodos y a su violencia.
Creo firmemente que, matar por lo que se llama una idea, no es defender dicha
idea, es simplemente asesinar.
Una vez
expuesto dicho preámbulo, que creo que es necesario, pasare al tema del escrito
de esta semana.
Mientras todos
los estamentos sociales, incluida la sociedad civil, no se impliquen realmente
con el tema de la violencia de género, no se podrán evitar los asesinatos por
esta causa. No vale decir con grandes gestos melodramáticos que se está contra
dicho tipo de violencia. No sirven de nada las concentraciones de repulsa y de fingido
dolor delante de las instituciones si no se actúa desde ellas. No es válido
asistir a manifestaciones o concentraciones si, ante situaciones de este tipo
en nuestro entorno, nos mantenemos callados y al margen, no actuando de manera
efectiva. Sólo son ganas de aparentar y cubrir el expediente, es decir, lo que
actualmente, y con un horrible neologismo, se denomina postureo.
El terrorismo
de ETA se combatió, muy eficazmente cuando los dos grandes partidos se pusieron
de acuerdo en afrontarlo por todos los medios. Es cierto que, algunos casos,
sus procedimientos quizás lindaban con la vulneración de derechos
fundamentales. Es cierto que muchos partidos no se adhirieron al pacto para
deternerlo. Es cierto que éste pudo y puede ser mejorable. Pero, de una manera
o de otra, consiguieron que ETA dejase de asesinar.
Si tenemos en
cuenta que la violencia de género ha causado más víctimas que las ocasionadas
por ETA, que sus daños colaterales son más numerosos, que existe una aparente
unanimidad para combatir esta lacra ¿A qué esperan y esperamos para combatirla
de un modo organizado, coordinado y, sobre todo, eficaz?, ¿Cuántas mujeres más
tendrán que ser asesinadas? Y hablo de asesinatos por ser la cara más visible y
espectacular de la violencia de género, ya que se podría hablar al tiempo de
los malos tratos físicos y psicológicos, que siempre preceden al asesinato.
Pongamos sólo
dos ejemplos recientes en los que vemos reflejada la falta de toma de conciencia
sobre el problema existente:
1º Hace unos
días, unos grupos de indeseables y delincuentes pretendieron realizar sendas
manifestaciones en Granada y Barcelona y solicitaron para ello el
correspondiente permiso. En las citadas manifestaciones, se pretendía reivindicar
los usos machistas e, incluso, la despenalización de la violación. La única
actuación administrativa fue la denegación del permiso ¿Puede imaginarse alguien
lo que les hubiese pasado a los hipotéticos solicitantes de un permiso
gubernativo para celebrar una manifestación solicitando que ETA pudiese
recaudar fondos con un impuesto revolucionario y así sanear su maltrecha
economía? ¿Se hubiese acabado el asunto con la mera desautorización?
2º Pero no
vayamos a las hipótesis, vayamos a un hecho real. También es muy reciente el
caso de los titiriteros a los que tras de una denuncia les acusan de,
supuestamente, enaltecer el terrorismo de ETA por una pancarta que formaba
parte de la trama. Estuvieron detenidos 5 días. se les ha incautado el material
con el que se ganaban la vida. Y deben, además, presentarse periódicamente en el juzgado. A la mujer
asesinada recientemente en Zaragoza, su verdugo la tuvo secuestrada y la
amenazó de muerte con una pistola. El agresor estuvo retenido una horas, menos
de veinticuatro, y a la agredida no se le concedió protección ya que su ex
pareja residía a más de cuatrocientos kilómetros.
Debieron pensar que aún se viajaba en diligencias, ignorando que hoy en día, existen
automóviles, autopistas, trenes de alta velocidad y aviones. El resultado es de
sobras conocido: otra mujer asesinada.
¿Cuántas más
tendrán que ser inmoladas en el altar del machismo y la sociedad patriarcal
antes de tomar las medidas adecuadas?
Publicado en El Periscopi el 26 02 2016
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