viernes, 26 de febrero de 2016

¿Cuántas?




Vaya por delante mi rechazo a ETA, y, especialmente, a sus métodos y a su violencia. Creo firmemente que, matar por lo que se llama una idea, no es defender dicha idea, es simplemente asesinar.

Una vez expuesto dicho preámbulo, que creo que es necesario, pasare al tema del escrito de esta semana.

Mientras todos los estamentos sociales, incluida la sociedad civil, no se impliquen realmente con el tema de la violencia de género, no se podrán evitar los asesinatos por esta causa. No vale decir con grandes gestos melodramáticos que se está contra dicho tipo de violencia. No sirven de nada las concentraciones de repulsa y de fingido dolor delante de las instituciones si no se actúa desde ellas. No es válido asistir a manifestaciones o concentraciones si, ante situaciones de este tipo en nuestro entorno, nos mantenemos callados y al margen, no actuando de manera efectiva. Sólo son ganas de aparentar y cubrir el expediente, es decir, lo que actualmente, y con un horrible neologismo, se denomina postureo.

El terrorismo de ETA se combatió, muy eficazmente cuando los dos grandes partidos se pusieron de acuerdo en afrontarlo por todos los medios. Es cierto que, algunos casos, sus procedimientos quizás lindaban con la vulneración de derechos fundamentales. Es cierto que muchos partidos no se adhirieron al pacto para deternerlo. Es cierto que éste pudo y puede ser mejorable. Pero, de una manera o de otra, consiguieron que ETA dejase de asesinar.

Si tenemos en cuenta que la violencia de género ha causado más víctimas que las ocasionadas por ETA, que sus daños colaterales son más numerosos, que existe una aparente unanimidad para combatir esta lacra ¿A qué esperan y esperamos para combatirla de un modo organizado, coordinado y, sobre todo, eficaz?, ¿Cuántas mujeres más tendrán que ser asesinadas? Y hablo de asesinatos por ser la cara más visible y espectacular de la violencia de género, ya que se podría hablar al tiempo de los malos tratos físicos y psicológicos, que siempre preceden al asesinato.

Pongamos sólo dos ejemplos recientes en los que vemos reflejada la falta de toma de conciencia sobre el problema existente:

1º Hace unos días, unos grupos de indeseables y delincuentes pretendieron realizar sendas manifestaciones en Granada y Barcelona y solicitaron para ello el correspondiente permiso. En las citadas manifestaciones, se pretendía reivindicar los usos machistas e, incluso, la despenalización de la violación. La única actuación administrativa fue la denegación del permiso ¿Puede imaginarse alguien lo que les hubiese pasado a los hipotéticos solicitantes de un permiso gubernativo para celebrar una manifestación solicitando que ETA pudiese recaudar fondos con un impuesto revolucionario y así sanear su maltrecha economía? ¿Se hubiese acabado el asunto con la mera desautorización?

2º Pero no vayamos a las hipótesis, vayamos a un hecho real. También es muy reciente el caso de los titiriteros a los que tras de una denuncia les acusan de, supuestamente, enaltecer el terrorismo de ETA por una pancarta que formaba parte de la trama. Estuvieron detenidos 5 días. se les ha incautado el material con el que se ganaban la vida. Y deben, además, presentarse  periódicamente en el juzgado. A la mujer asesinada recientemente en Zaragoza, su verdugo la tuvo secuestrada y la amenazó de muerte con una pistola. El agresor estuvo retenido una horas, menos de veinticuatro, y a la agredida no se le concedió protección ya que su ex pareja residía a más de cuatrocientos kilómetros. Debieron pensar que aún se viajaba en diligencias, ignorando que hoy en día, existen automóviles, autopistas, trenes de alta velocidad y aviones. El resultado es de sobras conocido: otra mujer asesinada.

¿Cuántas más tendrán que ser inmoladas en el altar del machismo y la sociedad patriarcal antes de tomar las medidas adecuadas?

Publicado en El Periscopi el 26 02 2016

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