La vida, y sobre todo la vida política,
da muchas vueltas, y lo que un día se podía pensar que era el principio de un
fin, resulta que puede ser el inicio de un principio.
Hasta el sábado día 30 de enero, el PSOE
se encontraba en un gran atolladero en el que no se veía una salida y que podía
desembocar en un declive más agudo del que había padecido hasta el momento: sus
propios errores, su falta de una línea firme, concreta y decidida desde la
oposición a las políticas anti sociales del PP, el ninguneo de una parte
significativa de los dirigentes del partido hacia la figura del Secretario
General, la actitud de “los jarrones chinos y los jarroncitos” que no han comprendido que en la actualidad
ya no representan la voluntad del partido, y que dan la impresión que defienden
sus intereses privados y no los de la comunidad.
Pero no busquemos sólo causas endógenas
en las tribulaciones del PSOE. La estrategia impecable de Podemos había
desmontado todas las posibles sus salidas. Entre ellas, fue especialmente
brillante e inesperado el anuncio del Sr. Iglesias de apoyar al PSOE en la
Sesión de investidura, e incluso de formar parte de un gobierno presidido por
el Sr. Sánchez, y en el que se incluiría a Unión Popular (IU)
La jugada era perfecta para desarmar al
PSOE como fuerza hegemónica de la izquierda, ya que se encontraría con una de
las siguientes situaciones:
a)
Aceptar formar gobierno de
unidad. En este caso la autoridad del Secretario General quedaría muy
debilitada, ya que destacados miembros del partido están en contra de esta
solución. Ante esta situación, la debilidad interna podría ser aprovechada
políticamente Podemos para ganar esferas de poder.
b)
No aceptar el pacto. En este
caso, tendría que apoyar, por activa o por pasiva, la investidura del Sr. Rajoy
y todo lo que arrastra el PP en cuantos a políticas favorecedoras de la
desigualdad social y a sus escándalos económicos, lo cual creo que sería muy
difícil de perdonar por sus votantes y seguidores. O quedaría la alternativa de
ir a unas nuevas elecciones, en cuyo caso, siempre quedaría marcado como el
partido que no quiso hacer una coalición de izquierdas, pagando por esta
decisión un precio en las urnas que podría ser muy elevado en términos de votos
Esta
situación dio un vuelco de forma muy
sustancial con el anuncio que hizo el Sr. Sánchez de que consultaría a las
bases la posibilidad del acuerdo y las condiciones , propuesta que dejó muy
descolocados a los “Barones” que estaban en contra de cualquier confluencia con
Podemos. Para mí, esta brillante decisión tiene varios aspectos muy positivos
para el Secretario General. Veamos algunos:
a)
Deja fuera de juego a los que
se oponían al pacto, ya que si la consulta es favorable al pacto, los
opositores, so pena de ser acusados de
no aceptar la democracia interna, se verán abocados a aceptar el resultado. Refuerza
de paso la posición de su figura de líder como impulsor de la consulta y
valedor del acuerdo.
b)
Continuando con el hipotético
favorable, la posición negociadora viene reforzada, ya que tiene detrás al
partido de izquierdas con más respaldo parlamentario.
c)
Caso que el resultado fuera
contrario a formalizar el pacto propuesto, el PSOE siempre podrá decir que ha
sido la decisión de la militancia y no de unos dirigentes aislados de la
voluntad popular y que sólo miran por sus privilegios.
Como
conclusión podemos decir que, afortunadamente, empieza a mostrarse algo de
inteligencia política en el páramo del panorama español, dejando, por otra
parte, de ser ésta una exclusividad de Podemos, el único, hasta ahora, en tomar
iniciativas favorables a sus intenciones, al tiempo de ser capaces de desconcertar
al resto de formaciones.
Publicado en El Periscopi el 05 02 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario