No,
este escrito no tiene nada que ver con tiernas criaturitas, si no con Infantes o,
para ser más preciso, con Infantas, ya que sus actuaciones han dado lugar a un síndrome que se caracteriza por el
siguiente cuadro clínico: Personas aparentemente muy preparadas, y con
responsabilidades varias, en un dado momento se vuelven ignorantes, y con una grave
pérdida de memoria, que llega a ser preocupante, e, incluso, se podría
confundir con el Alzheimer, si no fuese por su condición selectiva, ya que solo
se olvidan o desconocen las consecuencias de
aspectos muy concretos de sus actividades.
Cierto
es que, anteriormente, ya se habían dado casos semejantes en personas de gran
relevancia social y política, como le ocurrió a nuestro ex Presidente del
Gobierno D. Felipe González, el cual solo se enteraba de los escándalos
financieros, o de cualquier otro tipo, al leer los periódicos, pero que nunca
fue capaz de detectarlos personalmente, a pesar de que se sucediesen en su
propio entorno.
Sin
embargo, el caso más relevante, y el ha dado nombre al síndrome en cuestión, ha
sido el de la Infanta de España, Dña. Cristina Federica Victoria Antonia de la
Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, que, en el transcurso de la instrucción
y del juicio a que fue sometida, junto a su marido, a su ex socio y esposa, y a una serie de personajes de la política, no
fue capaz de recordar ninguna de sus actuaciones en el Instituto Noos y/o de
las responsabilidades que pudiese tener como dirigente nominal del citado
Instituto. En su caso, además, desconocía todo el mecanismo de funcionamiento y
financiación del complejo sistema creado,
y del cual ella era una de las dirigentes, como consta en sus más de quinientas
contestaciones de no recuerdo o no lo sé. Es conveniente recordar aquí , para
ver la gravedad de los síntomas, que ella es Licenciada por la Universidad
Complutense, y no por la Universidad Rey Juan Carlos, en Ciencias Políticas, y que
realizó un Máster en Relaciones Internacionales , tampoco en la mencionada URJC,
si no en la Universidad de Nueva York.
Pero no
se crean que el síndrome de marras afecta únicamente a personas de sangre real.
Afecta indiscriminadamente a nobles y plebeyo. Podría citar innumerables
ejemplos desde que se ha tipificado la enfermedad, pero citaré solo dos casos,
por ser de plena actualidad, y porque afectan a dos señores que, por pertenecer
a un partido político que se define como republicano (otra cosa son sus
actuaciones), están muy lejos, o al menos deberían estarlo, de tener “sangre
azul”, y las consecuencias que esta circunstancia puede acarrear debido a
consanguinidades.
Me
estoy refiriendo a los ex Presidentes Autonómicos de Andalucía, Srs. Chávez y
Griñán. Los dos coinciden en que sabían de la existencia de los ERE’s,
pero desconocían la forma y los
requisitos para otorgarlos, y mucho más aún que se concedieran de forma fraudulenta.
Culpan, si es que alguien es culpable, a sus Consejeros, que tenían la
obligación de controlarlo. Claro que, por culpa del malhadado síndrome, se olvidan
de quienes nombraron a esos Consejeros, y de que los más de 750 millones de
euros repartidos son algo más que calderilla, y, por tanto, hace falta un seguimiento
exhaustivo de esas partidas. Bueno, también se olvidan de su responsabilidad
política. Pero hoy en día ¿Quién tiene en cuenta la responsabilidad política?
Como no
quiero ser víctima del síndrome yo también, tengo que recordar que los casos
que he citado están relacionados con acciones
judiciales por posibles actuaciones de carácter penal, y que, por tanto, en vez
de ser un síndrome, quizás fuese una estrategia de defensa, ya que nuestra
legislación admite que un procesado mienta, si considera que con ello mejora su defensa. Como siempre digo, soy una
persona muy ingenua, y no puedo creer que una miembro de la Familia Real, cuyo
objetivo es ser el representante del Estado, o que dos socialistas del partido
que alardea de tener una trayectoria de más de 100 años de honradez, utilicen
argumentos que, a pesar de ser legales, carecen de toda
validez ética.
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