Vivimos en la
Arcadia feliz donde el cielo está cubierto de arco íris, de sus fuentes manan
leche y malvasía, donde no existe ningún problema, donde sus pobladores son
felices, y sin ningún tipo de preocupación ¿Dije que no existen problemas?
¡Bueno! Hay uno solo: Catalunya. Por esa razón, todos y a todas horas, nuestra
eficiente, digna y honrada clase política se dedica en cuerpo y alma a hablar
del tema. Que conste que he dicho a hablar, no tratar de solucionar ese escollo
que empaña nuestra infinita felicidad.
Antes de entrar en
materia, vayan por delante tres premisas para que nadie se llame a engaño:
1)
No
soy nacionalista ni independentista. Creo en el internacionalismo, un mundo sin
esas líneas absurdas e imaginarias que se llaman fronteras. Creo también que algunos
países, en general todos hasta donde les es posible, con la excusa de la
independencia y la soberanía, pueden cometer tropelías hacia sus conciudadanos
y hacia la humanidad plena.
2)
No
obstante mi posición personal, pienso que ya habría debido de celebrarse un
referéndum pactado y vinculante en Catalunya, y en cualquier comunidad mundial
donde hubiese un colectivo significativo que así lo demandase.
3)
Centro
el artículo en Catalunya por cuestión de actualidad política, pero, con otros
nombres y similares argumentos, podría aplicarse a cualquier lugar.
Ahora, y una vez aclarada de nuevo mi postura
personal sobre el tema de nacionalismos e independentismos, voy a centrarme en
el tema que nos ocupa partiendo de un supuesto falso:
Ya se ha alcanzado esa tan deseada independencia. Se
han acabado los fastos y celebraciones por alcanzar la tan ansiada independencia
¿Y ahora qué?
¡Ya somas independientes! ¡No tenemos Rey, ni
familia real! Es un paso adelante.
Tendremos un Presidente de la República, cosa que es
positiva, siempre con excepciones, recordemos que Videla, entre otros y de muy
diferentes naciones, también era Presidente de la República.
El PP, el de los grandes escándalos como la Gurtel,
la Púnica, Leza y un sinfín de casos más, presumiblemente no tendrán presencia
en el nuevo estado. Pero, quiere eso decir que Convergencia Democràtica de
Catalunya, o como se llame entonces, no volverá a involucrarse en casos como el
Liceu, el del 3% que, en realidad, parece ser que llegaba a ser del 5%? ¿O que
el clan Pujol, que presuntamente se lucró del Tesoro, devolvería lo defraudado?
¿Habría alguna garantía de que ellos mismos, o algún grupo que se constituya,
no volverían a hacer lo mismo, caso de tener ocasión? Muy por la labor de restituir
lo presuntamente robado no aparentan estar.
Desaparecerá el PSOE de los ERE’s de Andalucía,
¿Pero, acaso no continuara el PSC que, después de denunciar públicamente las
comisiones del 3%, cosa que era un comentario
de dominio público, se retractó y se disculpó en el Parlament a los pocos
momentos de hacer la acusación? ¿Ese PSC, por obra y gracia del advenimiento de
la República, se va a transformar en un valiente defensor de la limpieza de
corruptos?
No quiero entrar en polémicas estériles sobre si la
violencia que se ha vivido en Barcelona tras la sentencia ha sido causada por
los CDR, o por infiltrados antisistema, pero, para el caso que nos ocupa,
conviene recordar que, desde hace ya bastantes años, cualquier acto en la calle
al que asistiera numeroso público acababa siempre en actos de violencia que
superaban a la policía, y estoy hablando de antes de comenzar las tensiones por
el ·procés”, y de toda clases de actos, incluidas celebraciones por
triunfos futbolísticos del Barça ¿Esos grupos van a convertirse, de la noche a
la mañana, en garantes de la paz y armonía democrática, abandonando su
histórica e histérica violencia?
A mí, como he dicho al principio del escrito, no me
motiva demasiado el tema del nacionalismo o el independentismo, pero sí que lo
hacen los temas sociales, y en ese aspecto, no puedo dejar de recordar que
durante la crisis, y estando en el poder el partido del President Torra,
Catalunya sufrió unos recortes en prestaciones sociales mayores que cualquier
otra Autonomía, superiores incluso a los que se aplicaron
en Madrid, donde el PP y sus políticas neoliberales campaban (y campan) por sus
respetos.
No doy por cerrado el tema, posiblemente, aunque sin
fecha, volveré a retomarlo
El tema de Catalunya me duele demasiado, y creo que me falta información para hablar de él. De hecho, empiezo a sentir que sé demasiado poco de todo como para opinar. Estoy en un momento en que prefiero no mojarme, para no fastidiarla. Aquí están haciéndome más prudente de lo que sería aconsejable.
ResponderEliminarPero pienso en Andorra, y me pregunto que por qué no podría ser independiente Catalunya. ¿Qué las diferenciaría? Que Catalunya, más allá de posibles y probables boicots, tiene más industria y más dinero que el "País dels Pirineus", lo que a priori debería ser un garante de éxito. Pero no sé. Como he dicho, tengo el "opinadero" trastocado.
Y todo esto por sembrar la duda, por hacer de abogada del diablo.
Lo primero, darte las gracias por pasar y comentar.
EliminarPasando al tema, creo que debo haberme explicado mal. No dudo de la capacidad o de la viabilidad de un Estado catalán, e incluso de cualquier comunidad, especialmente las periféricas, de las que hoy constituyen el Reino de España
De lo que dudo, es que por el hecho de ser independientes solucionasen los problemas, de corrupción, desigualdad, violencia y rebrote del fascismo.
No creo que el partido del 3% se vuelva a ho0nrado simplemente por el hecho de actuar en su propio país. No creo que los votantes actúen con sensatez y castiguen en las urnas a los que les roban, a los que están en contra de sus intereses, a los que fomentan la desigualdad o a los que fomentan el odio o la violencia.
Cada uno tiene sus propias utopías y la mía es la supresión de frontera y que silo nos sintamos ciudadanos del mundo.