viernes, 1 de noviembre de 2019

No hay dos sin tres





Me había acostumbrado a que mi bola de cristal hiciese el artículo por mí, y, ahora que tengo que trabajarlo yo sólo, me pierdo un poco, y hasta me da una cierta pereza. Así que, haciendo un esfuerzo, retomo la tarea.

Lo primero que me viene a la cabeza, viendo los movimientos del PSOE y de su mandamás, es que: eso de las matemáticas electorales no es lo mío, a pesar de que no debo descartar que quizás no sea lo suyo.

La razón por la que creo que mi desconocimiento en esta materia no es algo exclusivamente mío es que el Sr. Sánchez no me va a la zaga. El rechazo a toda posibilidad de formar gobierno, a no ser que este fuese monocolor, circunstancia totalmente imposible dada la composición de la cámara, así lo demuestra. Si, además, añadimos la cambiante posición del Presidente en funciones con respecto a UP, no quedaba otra opción que la adoptada: celebrar elecciones anticipadas. Por su parte, a UP, si no quería auto inmolarse, no le quedaba otro remedio que adoptar la postura que adoptó en la votación de la fallida investidura.

No voy a reiterar, por obvia, mi opinión personal sobre los egos de ambos líderes, ya que sería demasiado reiterativo pues la he manifestado reiteradamente.

Por otra parte, creo que en el PSOE fiaron demasiado a las encuestas que le auguraban un triunfo apabullante. Situación que, tras la reciente encuesta del CIS, parece adecuada a sus intereses. Pero analizándola un poco a fondo, se vislumbran algunos datos que llaman la atención. Uno de ellos es que solo un 67,3% dice que irá con seguridad a votar, cantidad que supone que la abstención será alta. Por otra parte, 1 de cada 3 (el 33,3%) manifiesta que no tiene aún decidido a qué partido votar. A la vista de estos resultados, creo que los chef han debido tener un trabajo arduo cocinando la encuesta ¿O no da esa impresión?

Otro de los motivos para dudar de sus conocimientos matemáticos consiste en ignorar, o, al menos, minusvalorar, la incidencia de los gestos en los resultados finales de la votación. En España hay unos 8 millones de pensionistas, y es de suponer que una parte importante recuerden que con la llegada del PSOE las pensiones se actualizaron con relación al incremento del IPC, en vez del ofensivo 0,25 de revalorización con que nos ofendió el PP. No obstante, no es menos cierto que el ninguneo del Sr. Sánchez a los integrantes de las dos columnas, y a todos los que nos sentíamos representados por ellas, que desde el norte y el sur de España se reunieron en Madrid para pedir la consolidación de la revaloración de las pensiones y que estas fueran dignas, pueden pasarle factura.

No puedo dejar de citar que su decisión de rivalizar con la derecha en tomar medidas represivas, puede darle algunos votos, pero no debemos olvidar que el aplauso a la represión siempre termina favoreciendo la derecha, a la que siempre le parecerá insuficiente cualquier medida represiva no adoptada por ellos.

Cerrar la puerta a cualquier acuerdo con los nacionalistas menos radicales en aras de llegar a pactos puntuales, e, incluso, a deseables diálogos para encontrar una viabilidad a desencallar el problema existente en Catalunya no parece que sea la decisión más adecuada.

Vista la alta cocina que practica el CIS, tampoco me parecen tan disparatados los pronósticos que hizo mi bola de cristal y que publiqué estas semanas pasadas, con la ventaja, además, de que no tuvo coste alguno para las arcas públicas.

La gran ventaja de la encuesta del organismo público es que, salvo una pandemia de egolatría, podríamos tener un gobierno estable, mientras con otras encuestas y vaticinios vamos al título de este escrito.

 

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