Tenemos la enorme
suerte de vivir en un país lleno de genios renacentistas, que igual tienen la
solución a los problemas económicos mundiales, a los errores de cualquier
entrenador o seleccionador de futbol, o también cómo afrontar una pandemia.
Quizás el único
problema en el desaprovechamiento de esos potenciales venga derivado de la
falta de ambición de esos genios. Podrían ser consultores de la ONU, de la
NATO, de las grandes potencias, de las más afamadas multinacionales, o, incluso,
en vez de poner sus conocimientos a disposición de terceros, los podrían
utilizar para actividades por cuenta propia.
Pero no, ellos, con
una modestia encomiable, renuncian a la fama, a los honores, y, como no, a los pingües beneficios que su sabiduría podría
reportarles.
No pretenden
reconocimiento público. Su única pretensión es iluminar las mentes de sus
semejantes más próximos. Por esta razón, sueltan sus píldoras ilustrativas en
el bar, o, actualmente, han ampliado un poco más su esfera de influencia a las
redes sociales. Curiosamente, nunca coinciden con las resoluciones o
actuaciones del gobierno de España, especialmente si este tiene un tinte progresista.
Veamos algunos ejemplos en torno al Covid 19.
El gobierno no
prohíbe la manifestación del 8 de marzo. Y, lógicamente, esos expertos cargados
de razón tildan al gobierno de incongruente, o, directamente, de asesino por
poner en riesgo la salud y la vida de los ciudadanos. Está demostrado que los
espectáculos recreativos, tanto en espacios abiertos como cerrados, no afectan
a la expansión de la pandemia, ni las misas, ni el fútbol, ni las campañas
electorales, ni los aquelarres de cierta ideología. Debe ser que el feminismo
es un vector para la propagación del coronavirus.
Con las primeras
infecciones, el Gobierno no toma drásticas medidas, son, por tanto, unos
irresponsables. No importa que poco antes de la promulgación del estado de
Emergencia, y cuando ya se anunciaba que se tomarían medidas restrictivas, las
mentes privilegiadas clamaban por el alarmismo impresentable del Sr. Sánchez,
que lo único que buscaba era hundir a los empresarios para congraciarse con el
Sr. Iglesias.
Cuando, por fin, se
decreta la alarma con restricciones a los ciudadanos, y a algunas actividades
económicas, todo son imprecaciones por haberla promulgado tarde, y por qué no
abarque toda la actividad económica. Como estoy hablando de mentes
incomparables sigo con mi negativa a hablar
de esa ideología (suponiendo que al fanatismo y al odio se le pueda llamar ideología)
nefasta e indeseable que negaba alguna
restricción en la dinámica económica.
En vista del
incremento de la mortandad, el Gobierno para toda la actividad económica. Eso
levanta dos corrientes de opinión distintas, una de ellas opina que lo hace
tarde, la otra que el país se colapsará.
Ahora ha permitido
ciertas actividades, y vuelven a surgir
dos tendencias, la una sentencia que no se debía haber suspendido nunca,
la otra que la permisividad es precipitada y que los muertos nos desbordarán.
Tienen la solución
para que al inútil del Sr. Sánchez no le hubiesen vendido pruebas de diagnostico
defectuosas, y de que por su culpa las adquirieran también Alemania, Francia, y
Gran Bretaña.
Si les hubiesen
escuchado a ellos, que están en posesión de todos los recursos intelectuales,
no se hubiese producido la eutanasia criminal en las residencias geriátricas de
España, y, de paso, del resto del mundo de las que también tiene la culpa el
pérfido Sr. Sánchez.
Podría seguir
durante páginas y páginas sobre las tragedias que se hubiesen podido evitar si
se les hubiese hecho caso a ellos, y en vez de dejar actuar al gobierno
socialista comunista.
Solo hay un pequeño
detalle que, por su escasa importancia, no sé si merece la pena reseñar, pero
ya que hemos llegado hasta aquí…
Todas las
brillantes y geniales soluciones las anuncian cuando los hechos ya no tienen
remedio, o, como dicen los castizos, “a toro pas
Y no olvidemos las llamadas a un levantamiento. Gobierno de concentración, elecciones anticipadas (los más tímidos) o la responsabilidad del ejército ante esta situación. Incluso se ha llamado al rey a actuar en favor de esos movimientos.
ResponderEliminar