Preocupación, e,
incluso, cierto temor es lo que me produce la deriva que ha adoptado el partido
de la oposición con el advenimiento de su nueva dirección.
El PP, aunque
contrario a mis ideas, en épocas anteriores, y a pesar de sus orígenes, había
respetado las reglas del juego democrático. Es verdad que algunas actuaciones
aparentemente irregulares habían cometido, unas juzgadas, y otras pendientes de
juicio. Generalmente, habían sido ciertas “irregularidades económicas” (no
siendo en estas cuestiones el único partido en cometerlas, dicho sea de paso),
pero, en lo fundamental, respetaba las normas.
Cuando estuvieron
en la oposición, ejercieron de oposición, y cuando las urnas les favorecieron, gobernaron.
Otra cosa es que muchas de sus decisiones o medidas gustarán o no. Personalmente
no me gusto casi ninguna, y no digo categóricamente que ninguna como
salvaguardia, a pesar de que ahora no recuerdo ninguna de las que no me disgustaran.
Las cosas cambiaron
de cariz cuando el flamante abogado, con un curriculum académico increíble (en
el más amplio sentido de la palabra), llegó a la cúspide de la dirección del
partido, contradiciendo sus propias palabras pues había afirmado que el acceso
al cargo debía corresponderle al que más votos directos hubiese obtenido en la
elección. Convenientemente, se olvidó de sus palabras anteriores, ya que el
quedó segundo, tras la Sra. Saenz de Santamaría, ganando en segunda vuelta con
los votos trasvasados de la tercera en discordia, la Sra. Cospedal. Esto es una
cuestión tangencial, interna, y plenamente legal. Únicamente lo cito para
ayudar a definir la credibilidad del Sr. Casado.
Sus primeras
declaraciones fueron para mentir sobre aspectos de la Constitución, ya que la
Carta Magna contempla los votos de Censura y sus consecuencias, y no se debe
olvidar que el PP utilizó esta figura legal, que no prosperó. Por tanto, sus
reiteradas manifestaciones sobre la ilegitimidad del Gobierno que surgió del
voto de censura son un claro ejemplo de un intento de desestabilizar al ejecutivo,
y dar razones para socavar la democracia existente.
No queda ahí la
cuestión, y no voy a hablar de su constante boicot a las medidas sanitarias
tomadas por el Gobierno, que han sido similares a las del resto de gobiernos de
los países democráticos de nuestro entorno; ni tampoco de votar y alinearse con
políticas que redujeron la aportación de la UE para la recuperación de la
economía destrozada por la pandemia. Ya que son posiciones políticas tendentes
a desgastar al Gobierno, se podrían tildar de poco éticas y desleales, pero no
caen en la ilegalidad. Eso sí, se podrían fácilmente confundir con políticas de
extrema derecha, y no propias de un partido que se autodefine como El Centro
y la alternativa de Gobierno.
Todo el mensaje
fascistoide del actual PP con el Sr. Casado sobre el Gobierno social-comunista-bolivariano-proetarra-separatista
(partidos que, por cierto, están todos
ellos amparados por la Constitución, y a los que reconoce el derecho y el deber
de discrepar con el orden establecido dentro de la ley), y sus mensajes catastrofistas sobre la ruptura
de España, y de la entrega de la nación a sus enemigos promueven y alimentan
a gente tan “demócrata” como, por
ejemplo: un General que quería bombardear Catalunya, un nieto del Dictador, el
Presidente de la Fundación Francisco Franco, un Comandante participante activo
en el 23F, otro al que le gustaría que se murieran 26 millones de españoles,
uno más que aportó que en vez de desear su muerte sería mejor fusilarlos, además
de un número significativo de nostálgicos que no han querido integrarse en la
democracia, pero sí aprovecharse de las cuestiones que les benefician.
¿Creen acaso el Sr Casado
y sus seguidores que si triunfase una dictadura como la que propician con su
actitud suicida iban a disfrutar de Poder? Si es así, es que es más necio de lo
que pienso. Opino que es un narcisista resentido por sus reiterados fracasos
electorales, y por no tener cabida sus actitudes en una sociedad democrática, y
está haciendo de aprendiz de brujo, al que se le ha ido el control de la
situación.
Espero, por el bien
de la democracia, que los demócratas de derechas reaccionen, y coloquen de
nuevo como alternativa de poder real a un partido creíble dentro del juego de
alternancia del poder.
Tengo que confesar
que jamás pensé que echaría de menos al Sr. Rajoy como mandatario del PP, y
mucho menos a la etapa presidencial al Sr. Aznar antes de que se convirtiera en
Sumo Hacedor.
Para finalizar me pregunto:
¿el Rey de España S.M. Felipe VI se habrá leído la Constitución? ya que en caso
de haberlo hecho, creo que debería hacer una manifestación pública defendiendo
la democracia contra los tufos fascistas y dictatoriales de las cartas de ex
militares que está recibiendo.
Quizás debiera
recordar que su padre ha estado viviendo a cuerpo de rey (nunca mejor dicho) a
raíz de una intervención televisiva durante el anteriormente citado 23F.
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