viernes, 18 de diciembre de 2020

Una sutil diferencia


 

Amnistía Internacional denuncia a España por, al menos, cinco quebrantamientos de derechos humanos en las residencias geriátricas por los siguientes hechos: "se ha violado el derecho a la salud, a la vida, a la no discriminación de las personas mayores, a la vida privada y familiar, y a la muerte digna". Estas violaciones pueden ser, en gran parte, debidas al nulo control de los establecimientos geriátricos, que, en la gran mayoría de los casos, son propiedad de empresas privadas con ánimo de lucro, o bien funcionan en régimen de concertación con entidades del mismo tipo de las anteriores. Sin estas condiciones previas, muchas de las medidas adoptadas no hubiesen sido necesarias. La citada denuncia no debe hacernos olvidar las decisiones que tomaron algunas administraciones periféricas.

La derecha española, me refiero a la que siempre ha dicho que era El Centro, y que, gracias a esta auto atribución, tradicionalmente ha tenido su caladero de votos entre las personas de la tercera edad como ocurre con el PP actual, envió a las residencias de mayores que dependían del Gobierno Autonómico de Madrid una circular prohibiendo derivar enfermos de las citadas residencias a hospitales, y, si llegaba alguno, que no fueran ingresados en las UCIS. Esta orden ha sido desmentida de formas contradictorias, como que nunca se dio, que sólo fue una hipótesis de trabajo, o, incluso, que solo fue un invento para descalificar al PP. Sin embargo, hay bastantes Residencias que afirman que se recibió, pero que, al ser conocida tras filtrarse, se dejó sin efecto.

La C.A. de Madrid no fue la única en seguir esa dirección. La Generalitat de Catalunya, dirigida por los pérfidos nacionalistas-separatistas (de derechas), también dio indicaciones para que los mayores de 80 años no ingresaran en las UCIS, ya que estaban colapsadas. “Casualmente”, ambas CC.AA. eran las que más recortes habían hecho en Sanidad en las bacanales presupuestarias durante la anterior crisis económica, en una rivalidad desquiciada para ver quiénes eran más “austeros” en el gasto sanitario. Casualmente, también durante la fiebre del recorte, los respectivos gobiernos eran de derechas. Hay que hacer mención que los gobernantes de la Generalitat eran los mismos que los de los recortes, pero vestidos de “pubillas” para ver si no se les notaba el 3%.

Estas trabas para impedir acceder a las unidades de cuidados intensivos a los mayores de 80 años sucedieron durante la primera oleada del Covid 19, y cabe preguntarse ¿Cuál era la situación sanitaria en esos momentos?

Total de infectados menores de 60 años: 48,6%

Total de infectados mayores de 60 años: 51,4%

Total de infectados mayores de 80 años: 23,87%

Total de fallecidos menores de 60 años: 4,51%

Total de fallecidos mayores de 60 años: 95,49%

Total de fallecidos  mayores de 80 años: 62,79%

Aun teniendo en cuenta la fragilidad de la salud de los mayores, las cifras son muy significativas, ya que, aunque  la proporción de casos de infección es comparable entre los dos lados de la frontera de 60 años, las diferencias en las consecuencias son estratosféricas. O, al menos, yo lo veo así.

Veamos ahora la sutil diferencia, ya que, mientras en España, y en sus dos comunidades más pobladas, las instrucciones, (digan lo que digan) fueron dejar a su suerte a las personas ancianas infectadas, en Gran Bretaña (también con gobierno de derechas), los dos primeras ciudadanos que recibieron la vacuna fueron Dña. Margaret Keenan, jubilada de 91 años de edad, y D. William Shakespeare, del que no tengo más datos, aunque supongo que será un homónimo del “Bardo de Avon”, y no el mismo.

En fin, como diría D. Willian: “To be, or not to be, that is the question”

 

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