viernes, 9 de abril de 2021

El efecto mariposa (4)


 

En primer lugar, tengo que reconocer, cosa que no he hecho hasta hora, y me disculpo por ello, que la postura crítica en la que me hallo es muy sencilla y cómoda, sobre todo cuando de nuestra crítica no dependen las decisiones a tomar en temas de vital importancia como es el de la salud.

Estoy convencido de que a casi todos los dirigentes con poder de decisión, no sólo españoles, hubieran preferido estar en la oposición, y no tener que afrontar esta pandemia sin referentes actuales. He dicho casi todos por el afán de medrar de una minoría (no tan minoría en España), que han antepuesto sus intereses personales y/o partidistas por encima del bien común.

Desde los distintos niveles de Gobierno no ha habido criterios unívocos, se ha actuado con el criterio de tanteo, de ensayo y error, e, incluso, con mensajes contradictorios, pero, afortunadamente, sin la actitud tan carpetovetónica del: “mantenerla no enmendalla”.

Con buen criterio, dado que, como he comentado anteriormente, no había modelos a seguir, se han ido tomando decisiones que parecían adecuadas para la situación y el momento, modificando las medidas cuando resultaban ineficaces o contraproducentes. El error era y es inevitable, y la rectificación necesaria en algunos casos.

Lo grave es que los errores se traduzcan en muertes, de ahí la necesidad de un criterio flexible para volver atrás, y no persistir en los criterios erróneos. Ha habido muertes, que, con los conocimientos actuales, hubieron podido ser evitables, pero la actitud de algunos dirigentes rayan con conductas criminales, y que generan muertes innecesarias, muertes que se quieren rentabilizar políticamente.

A pesar de lo que pregonan los polinecios, la única solución que se vislumbra es la inmunización mediante la vacunación masiva. Pero esto es un horizonte bastante lejano en el tiempo, no ya para los países del primer mundo, sino en un plano global, pues, en tanto, no se inmunice el tercer mundo, el virus estará presente y realizando mutaciones, como es pauta general de todos los virus, y contra estas futuras previsibles mutaciones quizás no estaremos inmunizados.

En tanto se llegue a una situación en la cual una inmensa mayoría esté vacunada, los dirigentes políticos tienen que sopesar qué modelo elijen, y modelos que se resumen en:

A)   Un aislamiento total de las personas, con restricciones muy severas en cuanto a movilidad y actividades personales y profesionales, vetando, por tanto, toda actividad económica no esencial, y estás aún con ciertas restricciones.

B)   Primar la actividad económica, asumiendo que los contagios continuarán hasta que la vacunación universal sea una realidad.

C)   Un compromiso entre las posiciones citadas en los puntos anteriores, donde se minimicen los contagios, sin estrangular hasta el colapso total la economía.

Cualquiera, incluso los más acérrimos partidarios de las posiciones extremas, dirán que esta última posición es la correcta, ya que la en la A) la gente no moriría por la pandemia, pero terminaría muriendo de hambre, y los trastornos psíquicos alcanzarían limites inasumibles. En tanto que en la postura antagónica, a pesar de que, aparentemente, se salva la situación económica, sería desproporcionado el número de enfermos, y terminarían afectando también a la producción y al PIB como se ha visto en la América de Trump y el Brasil de Bolsonaro.

Una vez llegados a la conclusión de que la posición ideal es la C, falta, y eso es lo difícil, determinar dónde se encuentra el punto de equilibrio. Hay comunidades, como por ejemplo Balears, que se han alineado con las corrientes más restrictivas, colapsando la industria turística, y llevando al cierre a una gran parte de la industria complementaria del turismo, y dejando muy tocada a la hostelería. Por el contrario, en todos los ítems sobre la pandemia, excepto en vacunación, nos encontramos entre las comunidades con los mejores resultados del Estado.

En el caso opuesto, podemos citar a la C.A. de Madrid, que se sitúa al frente de las comunidades más permisivas y menos restrictivas, es donde la industria relacionada con el turismo se ve menos afectada por la crisis, y cuya actuación cuenta con más aceptación del sector que nos ocupa. Por el contrario, este posicionamiento lleva a que la Comunidad se encuentre entre las peor situadas en todos los aspectos negativos de la pandemia.

La próxima semana hablaré de, cuánta de esta política sanitaria madrileña viene, en mi opinión, condicionada por la celebración de los próximos comicios.

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