Como se diría en una telenovela, la historia es real
como la vida misma. Una persona, mujer de cierta edad por más señas, va
caminando al anochecer por una calle de Palma, en la cual algún, desaprensivo o
inconsciente, ha derramado aceite; resbala
y cae al suelo, no se puede incorporar y llaman a emergencias. Al cabo de unos
momentos aparecen unas unidades de la Policía Municipal, que acordonan la zona,
y avisan a los bomberos para que cubran la mancha en evitación de nuevos
percances y también a una ambulancia
para la evacuación de la accidentada
La accidentada es llevada a Son Espases y se le
diagnostica una rotura de cabeza de fémur, queda ingresada y posteriormente se
le implanta una prótesis, con la mala fortuna que en parte debida a una
osteoporosis (ya había dicho que era mujer y de cierta edad) que supone una
convalecencia de unos dos semanas a tres meses sin poder cargar peso sobre el
miembro en que se implantó la citada prótesis. Sumando nuevos gastos al Ibsalut.
Se confirmaron los tres meses del diagnóstico previo
para la correcta adaptación de la prótesis. Al cabo de los cuales se le realizó
a la paciente una radiografía, en la cual el traumatólogo apreciaba que el
proceso había sido satisfactorio. Sin
embargo, por prudencia y en evitación de posibles complicaciones posteriores,
solicito un TAC, y ahí surgen nuevos problemas. En principio, y a pesar de que
el facultativo había pedido la prueba como urgente, el Servicio de Radiología
no puede concretar una cita, extraoficialmente a la paciente le dijeron que uno de los aparatos para realizar la
prueba, estaba fuera de servicio por avería, y que por los recortes no había
presupuesto para su reparación. Información que parece confirmarse, toda vez
que a los adultos, se les realizan las pruebas en la zona de pediatría. Como la
inmovilidad se prolongaba, decidió hacerse un TAC por la sanidad privada,
creyendo que con esto, se podía solucionar el problema, pero resultó vano el
gasto, ya que no le dieron hora para el traumatólogo hasta pasado casi un mes. Nuevos
niveles de gastos, además de a la sanidad pública, directamente al bolsillo de
la accidentada.
No cuantifico los desembolsos que ha realizado, que
son a grandes rasgos: una silla de ruedas, otra especial para situar en la
ducha y así poder asearse, el contratar
a una asistenta, el TAC y algunos gastos excepcionales más, todo esto con la
espada de Damocles de poder perder el empleo, que según la legislación laboral
aprobada por el PP, una baja laboral tan prolongada puede ser causa de despido.
Tenemos unos grandes profesionales en la sanidad
pública, pero los recortes, han hecho que la calidad por las circunstancias que
la rodean, se vuelva lenta y por tanto
empieza a resultar ineficaz y con una falta de calidad que comienza a ser
alarmante.
Aquí como en la fabula de: “Por un clavo se perdió
un reino”, nos encontramos que: por un recorte en el servicio de vigilancia, se
originan unos gastos en el plano municipal, en el autonómico, en el individual,
y en el empresarial, no olvidemos que en los cuatro meses, hasta ahora de
inmovilización habrá que añadirse el tiempo de rehabilitación para poderse
integrar a la vida laboral.