Vaya
por delante que, durante la campaña para elegir Secretario General del P(SO)E,
siempre he dicho, y lo mantengo aún, que, de las tres personas que optaban al
puesto, yo elegiría a la cuarta.
Como ya
no tiene sentido analizar a los derrotados, voy a exponer mi opinión personal
sobre el Sr. Sánchez. Quiero repetir que es mi opinión personal, que no
pretendo que sea compartida, ni, mucho menos, convencer a nadie.
Como
primera providencia, creo que el ya citado Sr. Sánchez tuvo una enorme virtud,
suerte, o conjunción cósmica: saber estar ahí, en el lugar idóneo, en el
momento adecuado.
¿Cómo
llegó hasta ahí? Pues tendremos que hacer un pequeño recorrido por la historia
reciente: Tras la desastrosa gestión de la crisis por parte del Sr. Zapatero, que se quedó sin capacidad de
reacción y con un agudo colapso mental ante la situación que se encontró como
consecuencia del descalabro financiero mundial, y ante la imposibilidad real de
que se pudiese presentar a las inminentes elecciones, el partido echó mano para
presentarse a los comicios, no para ganarlos, pero, al menos, para hacer un
papel digno al que creían incombustible, el Sr. Rubalcaba. Este, a la postre,
no resultó tan ignífugo como se pensaba. La formación política necesitaba a alguien
que no espantara a los votantes que aún les eran fieles, pero que tuviera un
bajo perfil político, para que mantuviese el partido en custodia, en tanto
escampase y pudiesen sacar a un auténtico peso pesado. Encontraron a Pedro
Sánchez, que, aparentemente, podría cumplir la labor de guardar el trono
vacante, que, como todo el mundo sabe, pertenece al Clan del Sur, en estado impoluto,
y custodiado en tanto no cambiase la marea.
Estos
planes, tan elaborados, y, al tiempo, tan evidentes hubiesen resultado
efectivos, si no hubiese sido porque al pergeñarlos no tuvieron en cuenta un
par de puntos que resultaron fundamentales: La irrupción de Podemos y C’s en el
plácido, hasta entonces, panorama político, y el inesperado gusto por el sillón
del Secretario General, aparentemente interino.
La
irrupción de Podemos y C’s, por una parte, trastocaba la matemática electoral
que hubiese sido normal en ocasiones anteriores, dando la posibilidad para que,
de una forma inesperada, pudiese gobernar el PSOE si llegaba a unos acuerdos,
muy difíciles pero teóricamente posibles. Esta situación no satisfizo a las mentes pensantes del P(SO)E
por la desconfianza que les inspiraba PODEMOS como rival en el nicho electoral,
y también por temor a que el cabeza
natural de la propia formación no supiese gestionar las relaciones de los
hipotéticos aliados y las propias del gobierno. Para alejar toda posibilidad de
acuerdo, pretendieron imponer unas condiciones imposibles de asumir por ningún
partido con dignidad democrática. Ante esas condiciones, y como es natural, Podemos
y el resto de partidos inmersos en un
posible pacto no pudieron aceptar el doble rasero usado con C’s y el que se pretendía usar con ellos y se retiraron de
las negociaciones. En esa tesitura, se repiten las elecciones y las condiciones
para un posible pacto de gobierno resultan, de facto, imposibles. A pesar de
que el Sr. Sánchez lo intentó a la desesperada, y se aferró a su ya conocido
mantra de: “No es no”. Ante la situación de no salida viable, se vislumbran
unas nuevas elecciones, pero la Plana Mayor del Partido desautoriza la postura
de su Secretario General que se ve obligado a dimitir de su cargo.
Una vez
defenestrado el sr. Sánchez, una Gestora entrega graciosamente, y libre de
cargas, la Presidencia del Gobierno al Sr. Rajoy, con el consiguiente “cabreo”
(perdón por la expresión, pero disgusto me parece demasiado suave) de todos los
esperanzados por el No, de los que están hartos de recortes, de las arbitrariedades del Sr. Montoro, de las financiaciones ilegales, de las corrupciones y corruptelas en todas
las comunidades gobernadas por el PP, de
las “Cajas B”, de los desplantes y
salidas de tonos del Sr. Rajoy, de los rapapolvos, acompañados de multas, que
impone la CE por mala gestión, y que no pagarán los gestores sino los
ciudadanos, de tantas y tantas cosas que
nos ha “proporcionado” los gobiernos del PP.
Ante esta situación, se convocan una primarias
en el PSOE, presentándose como postulantes: la Sra. Díaz, la favorita de las
mentes pensantes, líder aparente del Clan Sur,
y a la que cubren con su manto los dioses socialistas; y, por otra parte,
el Sr. Sánchez, estigmatizado y repudiado por todos (bueno, por casi todos) los
que en el partido son alguien. Amparándose en esta circunstancia, sabe rodearse
de los que en el partido (como en todos los partidos) se sienten ninguneados,
los que no pudieron digerir que su partido de toda la vida regalara el gobierno
al PP, los que, por sistema, van contra los que mandan, y algunos otros que
pasaban por ahí, para abreviar, de los que llaman las bases. ¡Ah! Se me olvidaba. También estaba, o decía
que estaba, en la carrera electoral el Sr. López.
En
estas circunstancias, se extraña alguien de los resultados, y de que el Sr.
Sánchez se asomase desde la sede de la calle Ferraz y, de forma simbólica, y
señalando a las bases de toda España y dijese o pensase al igual que hizo el
Cardenal Cisneros:”Estos son mis poderes”.
Publicado en El Periscopi el 26 05 2017