Las apariencias
pueden hacer ver que, una vez pasadas las elecciones autonómicas de Madrid, las
aguas vayan volviendo a su cauce, y que el avejentado lema de “¡Prohibido
prohibir!”, que se formuló y tuvo su auge entre los revolucionarios del “mayo
del 68 francés”, está volviendo a los baúles de los recuerdos, mientras los libertarios
de salón se retiran a sus salones de la sierra, y los desinformados que les
acompañaron pasan por las multitudinarias colas de la Sanidad Pública infra
presupuestadas económicamente por infinidad de años. Eso sí, se pueden hacer
más llevaderas las colas, tanto las sanitarias, las de educación para conseguir
un colegio público digno, o cualquier subvención tomando una cerveza bien
fresquita.
¡Qué equivocados
están esos maldicientes! La libertad que ha traído la Sra. Ayuso ha venido para
quedarse ¡Abajo los hospitales que nos encadenan con sus quirófanos! ¡Abajo
esos que prefieren comer, aunque sea en una “cola del hambre”, en vez de tomar
una cerveza, o una “relaxing cup of café con leche” ya que no hay imposiciones!
¡Abajo los que demandan colegios y hospitales públicos, con la cantidad de
clínicas de lujo y escuelas exclusivas que hay en Madrid!
Puede resultar
paradójico para los rojos impenitentes que estos anti sistema del Barrio de
Salamanca sean descendientes directos, por sangre o por creencia, y, en todo
caso, por intereses económicos particulares, de los represores de los tímidos
atisbos de peticiones de algún tipo de libertad siguiendo de forma muy velada
el ejemplo de nuestros vecinos del norte. Aunque hay que tener en cuenta un
matiz: Si la libertad era para fomentar la impunidad de las clases dirigentes,
sí que se podía ejercer libremente.
No quiero ni pensar
que, cómo dicen las malas lenguas, el aparente cambio en su percepción de la
forma de enfocar la situación de la pandemia de la gloriosa y triunfante adalid
de la defensa de las libertades (y de la cerveza) Dña. Isabel Díaz Ayuso sea
debida a que ahora, como gestora, y no en su papel de candidata, crea necesario
recortar libertades para evitar contagios. No deja de ser sorprendente su giro
cuando pide prudencia para suprimir el uso de mascarillas en la calle. Claro
que debe haber una explicación que avale su situación. Quizás es que tenga información
debidamente contrastada de que el COVID 19 se desactiva en presencia de la
cerveza, mientras que se potencia al aire libre o al no consumir. Cualquier
cosa que aún no ha sido revelada es posible, antes de que Dña. Isabel, con su
brillante pasado político, y su extraordinario proyecto de gobierno, haya
abandonado los valores que ya empezó a mostrar desde su portavocía de Pecas.
Por otra parte, no
puedo menos que congratularme por la valiente defensa de las libertades durante
los momentos más duros de la pandemia, cuando reivindicaban las libertades de
tomar una cerveza, y hasta un bocadillo de calamares en un bar, aún en contra
de las autoridades sanitarias internacionales. Con esos gestos es como
verdaderamente se manifiesta el amor a nuestras libertades, y el verdadero patriotismo
¿Quiénes son los científicos, sobre todos los extranjeros, para decirnos lo que
debemos y no debemos hacer?
¿No resulta
glorioso tener una derecha tan amante de las libertades?
¿No resulta
reconfortante que, incluso esa derecha que algunos clasifican de extrema,
defiendan con entusiasmo la libertada de expresión, especialmente si se dedica
a glosar la vida, pompa, y obras de fallecido sangriento dictador, tan poco
defensor de cualquier tipo de libertad?
Hay que recordar
que hace muy poco tiempo, incluso ahora mismo y en nombre de la libertad,
abogan por la libertad de expulsar de España, aunque tengan nacionalidad
española, a musulmanes (moros) de diferente pigmentación (negros).
Y pensar que en
España había partidos que se oponían al divorcio, a la libertad de identidad de
sexo, a las leyes contra la violencia de género, al matrimonio entre personas
del mismo género, y a tantas leyes a las que votaron en contra, e, incluso,
recurrieron ante el Tribunal Constitucional.
Yo hasta estoy
convencido que eran infiltrados
“social-comunistas-etarras-chavistas-perrosflautaydemásgentedemalvivir” para
que pareciera que los libertarios de salón simularan ser unos represores.
Creo que resulta
obvio, pero, por si acaso no ha quedado claro, y para disipar cualquier duda, he
pretendido, y no sé sí lo he logrado, que este escrito rebose sarcasmo por
todos lados.