La Sra.
Guardiola, en su calidad de candidata a la Presidencia de la Comunidad Autónoma
de Extremadura al ser la cabeza de la lista más votada en dicho ámbito
geográfico, expuso las razones por las cuales una persona con valores éticos y
democráticos, e, incluso morales, no podía en modo alguno compartir opciones de
gobierno con un partido que negaba la existencia de la violencia de género y
menospreciaba a los emigrantes.
La Sra.
Guardiola midió mal el alcance de sus declaraciones, y, para respetar el
beneficio de la duda, pecó de ingenua.
No supo
calibrar las ansias de poder de los dirigentes de su partido, capaces de
sacrificar cualquier atisbo de honestidad democrática (y de sentido común) con
tal de estar al frente de las instituciones y sin importarles lo más mínimo si
están defendiendo sus postulados políticos de los que tradicionalmente han
enarbolado o los contrarios.
En esta
tesitura, la Sra. Guardiola ante las presiones recibidas de su propio partido,
que, no olvidemos, fue quien la puso en ese lugar, accedió a las exigencias.
Una persona
digna, al verse desautorizada, especialmente si es en sus valores más
profundos, se retira. Si alguien defiende unos valores en tanto no le
perjudiquen, creo que no es necesaria definición alguna, se define por si sola.
En el primer caso digna compañera de D. Pedro Crespo, en el otro de D. Groucho
Marx al hablar de principios.
A pesar de
su repercusión mediática, este es un simple caso de alguien al que se le
calienta la boca, y dice lo que no quiere decir, y, sobre todo, no tiene la
gallardía de mantener.
Lo verdaderamente
preocupante es la deriva política que está desarrollando el PP, y en las
contradicciones programáticas causadas por las líneas impuestas, de manera
coercitiva, por la extrema derecha.
No voy a
dirigirme a todos aquellos dirigentes y mascarones de popa, que, si alguna vez
tuvieron principios e ideología, la pisotean por una parcela de poder.
¿Dónde están
esos que se auto proclaman garantes de la Constitución y no dudan en aliarse
con los que niegan su esencia autonómica?
¿Dónde se
esconden aquellos y aquellas que se decían feministas y que ahora no se rebelan
contra sus compañeros de viaje que niegan la violencia de género?
¿Adalides de
la libertad? ¿Qué libertad? ¿La de tomar cervezas en una terraza en plena
pandemia? O ¿la de restaurar una ominosa censura de corte franquista a la
creación cultural?
A los títeres
colocados en puestos políticos ejerciendo de negacionistas subvencionados por
la industria petrolífera que se empeñan en negar el cambio climático, cuando se
ve el retroceso de forma acelerada de los glaciares en todo el planeta. Sí,
esos que, a modo de burla a la inteligencia humana, proponen como solución una
maceta en la ventana.
A esos
mercenarios de la moqueta y el poder no les voy a pedir nada ya que han prostituido
el noble oficio de la POLÍTICA por el chalaneo de unas parcelas de poder. Con
ellos, es perder el tiempo. Les ciega la ambición.
Me dirijo
para hacerles unas preguntas a los afiliados de base, a los que no aspiran a
ninguna prebenda, a los que están de acuerdo con los postulados políticos de
los estatutos del partido. Las preguntas las hago extensivas a los
simpatizantes y votantes del PP que son demócratas por convicción:
A) ¿Aceptan de buen grado, como hacen
los dirigentes, el chantaje programático que está realizando Vox?
B) ¿Consideran que se pueden ignorar los
derechos humanos del colectivo LGTB con tal de llegar al poder?
C) Siempre, pero especialmente en esta
semana en que han sido asesinadas cuatro mujeres por el hecho de ser mujeres
¿Se puede cuestionar que la violencia de género existe?
D) ¿Se puede creer a los que hablan de
libertad y censuran la cultura?
E) ¿No se sienten traicionados en sus
ideales por la deriva que ha tomado su partido?
F) Por último y a modo de resumen ¿Se
puede ser demócrata y votar a este PP?