Estos
días atrás Pablo Iglesias escandalizó al personal con su sarta de locuciones
que eran sinonimitos de indiferencia o desdén. Escandalizó a los que no se
escandalizan de la pobreza infantil, ni de los trabajos precarios que no
permiten salir de la pobreza a los trabajadores que cobran salarios miserables, pero sí lo
hicieron por algunas de las expresiones usadas, expresiones que, por cierto,
son de uso común entre los ciudadanos. Algunas pueden ser de dudoso gusto pero,
en absoluto desproporcionadas al tema que se debatía.
Sin
embargo, creo que quizás el Sr. Iglesias se equivocó en cuanto a su
destinatario, ya que se las dirigió al Sr. Rajoy, con el respeto que muestra ante las
resoluciones de la mayoría del Congreso cuando dichas resoluciones son adversas
a sus intereses.
Digo
que quizás se equivoco por qué no se sabe si fue antes el huevo o la gallina, o,
en nuestro caso, si el Sr. Rajoy imbuyó al PP, o fue este partido el que
determinó el desprecio que sienten por los que no comulgan con sus formas.
Tomemos,
como hago casi siempre, unos ejemplos:
Empecemos
con el Sr. Martínez Maíllo cuando dijo, sin ningún tipo de reparo, y no dudando
en dejar en el más absoluto de los ridículos a sus colaboradores necesarios de
C’s y a su presidente en cabeza, que cuando firmaron, y en las circunstancias
existentes en el momento de la firma, aceptaron lo que les pusieron por
delante. Otra cosa era que pensaran cumplir lo firmado.
En
Murcia, no solo no dimite el Presidente de la C.A., D. Pedro Antonio Sánchez
tras ser investigado (imputado) en el caso Auditorio. Sino que, tomando
prestadas las palabras del Sr. Iglesias, al PP murciano en particular, y al
conjunto del partido en general, la dignidad democrática “se la bufa”, ya que
lo eligen casi a la “búlgara” como Presidente del partido en el reciente
Congreso celebrado en aquella comunidad. Quiero hacer constar que, como la ley
mordaza no ha sido derogada, no voy a hacer comentarios sobre las cervecitas del Juez Instructor con
dirigentes del PP el día antes de tomar declaración al citado Sr. Sánchez, pero
si los haré sobre el arranque de dignidad del ex Presidente Sr. Garré, dándose
de baja de la formación, y acusando al
Sr. Rajoy por su pasividad ante los casos de corrupción.
Por
último (por ahora), no puedo dejar de citar a nuestra C.A., donde nos encontramos ante la disyuntiva de los
militantes locales del PP, al tener que elegir entre los Srs. Company y Bauzá.
Sobre el
uno, que ya fue Presidente del partido y del Govern de la Comunitat, pesa en su
contra en el seno del partido que, con su política nefasta, llevase de una
comodísima mayoría absoluta en el Govern, Consell y ayuntamientos más
significativos, a pasar a la oposición. Por otra parte, su acendrado
centralismo y su postura sobre la cuestión lingüística, así como sus modos, le
han enfrentado con toda la “part forana”, que tiene un gran peso político.
Su
oponente, el Sr. Company, fue Conseller con el Sr. Bauzá, y, quizás, fue el
menos quemado de todos los que formaron su gobierno. Su mayor mérito es
presentarse como reunificador y sin el “peso de una ideología”. Es bastante más
dialogante y se le considera en la línea política del ex President, Sr.
Cañellas. Por si alguien no se acuerda de quien era el mentado señor, hay que
recordar que se presentaba a si mismo como un hombre campechano y Pagés. A
pesar de no haberse dedicado jamás a las tareas del campo, sus fotos a bordo de tractores aparecían en
todas las campañas y en su propaganda personal. Había estado en gran cantidad
de asuntos turbios: Zeus, Torcal, túnel de Soller, pero nunca fue condenado,
una vez por prescripción del delito. Tal fue el ambiente creado, que el Sr.
Aznar, si el mismo Sr. Aznar que nombró vicepresidente a Rodrigo Rato, que en
la boda de su hija tuvo a lo más selecto de los visitantes de los juzgados y a algunos
ya condenados, que no se enteró de que en su partido, según todos los indicios,
existían “Cajas B” y de otras tantas lindezas de esa jaez, pues bien, ese mismo
Sr. Aznar, en una de sus primeras acciones como Presidente del Gobierno hizo
dimitir al Sr. Cañellas en miras de una regeneración de la decencia
democrática.
¿Quién
preferimos que haya ganado? Vds. no lo sé. Pero mi deseo hubiera sido que no
hubiese ganado ninguno. Pero, al margen de preferencias personales, no podemos
obviar el enorme triunfo del Sr. Company, que le saco más de un 30% de ventaja
en votos a su oponente. Quizás la explicación de esa diferencia es que se enfrentó
a los pesos pesados de su propio partido por no aceptar que en las listas
fuesen investigados (imputados) y eso sigue pesando en su contra, a pesar de
que haya rebajado sus exigencias éticas.
Publicado el 31 03 2017