Uno de los grandes secretos completamente
ininteligible para mí, era la intención del voto hacia el PP. Que después
de estos cuatro años, de mentiras, promesas incumplidas, recortes en todo tipo
de derechos sociales, como educación, sanidad, pensiones, dependencia, de
asaltos a los derechos fundamentales, de corrupción generalizada, de poner toda
clase de cortapisas a la investigación de dicha corrupción; aún quedasen ciudadanos de a píe que les
votasen.
Intentando esclarecer ese misterio
insondable, he buceado en la Red para ver si encontraba alguna explicación.
Para mi ese porcentaje de votantes del
PP era como una nebulosa. Encontré una encuesta referida a la C.A. de Valencia, que
con una incidencia de corrupción
semejante a la nuestra y con una preponderancia histórica de las fuerzas de la
derecha, podría tener un perfil de votantes con semejanza a los nuestra
comunidad. Es un llamémosle estudio sociológico realizado por el Mundo y “cocinado”
de la siguiente manera según su propia definición: “El último estudio postelectoral del C.I.S.
que permite cruzar las variables socioeconómicas con el recuerdo de voto de las últimas elecciones autonómicas de 2015”. Dejando
aparte que el método sea más o menos riguroso y de la credibilidad que se le dé
al mencionado diario, hay una serie de datos, unos conocidos y otros
tremendamente sorprendente, o quizás o no tanto. Fijémonos en los
datos que el diario considera más relevantes y donde está la franja de mayor aceptación
A) Género.- Los votantes hombres
son mayoría con
respecto a las mujeres, cosa no demasiado casual dada las políticas de igualdad
(más bien desigualdad) que practica y predica.
B) Edad.-Tiene una mayoría de sus votantes en una edad superior a los 65
años. C) Ocupación.-
Como consecuencia del punto anterior, el
mayor porcentaje de sus seguidores son pensionistas y jubilados. D)
Nivel de estudios.- Es mayoritariamente el de enseñanza secundaria en primera etapa E) Estatus social.- Este es el punto
que puede causar más extrañeza, pues son los obreros cualificados, los que
ocupan el primer lugar entre los simpatizantes de dicho partido.
Me voy a permitir
algunos comentarios sobre esta situación La primera conclusión que se puede
sacar, es que los que tenemos más de 65 años y somos pensionistas, con el paso
del tiempo, hemos debido perder mucha capacidad de análisis, pues apoyar a un partido que se ríe de nosotros con subidas
del 0’25% y echa mano del fondo de pensiones, a no ser que nos ataque la
demencia senil, no se puede comprender desde una posición lógica.
No voy a incidir en
el nivel de estudios, pero sí que me llama y mucho la atención lo del estatus
social. Comprendo y justifico que los banqueros, que no bancarios, los altos
ejecutivos de las empresas del IBEX 35, los chorizos, los especuladores, los estómagos
agradecidos, los señoritos que ocupan cargos en función de sus apellidos y toda
clase de mangantes se puedan sentir identificados con el PP, ¿pero que los
obreros cualificados lo hagan? Claro que
los blanqueadores (de capitales) quizás se puedan contar como obreros
cualificados, ¿pero hay tantos?
Tengo que confesar
que no podía entender la intención de voto hacia el PP ni antes de encontrar
este estudio, ni después de leerlo. Y cuando más trataba de racionalizarlo,
menos podía entenderlo. Pero al final vi la luz
La clave, está en
la fe. Esa fuerza que algunos lleva a creer en un principio mítico a pesar de
que la lógica descarte toda la posibilidad de que sus creencias no sean
erróneas. Que la razón descarte cualquier viso de credibilidad en sus certezas,
no les importa. Esa fe que lleva a algunos integristas a decir que el mundo se creó
en seis días a pesar de que todas las evidencias lo nieguen.
Esa es la fuerza
del PP: la fe. El que sus
seguidores crean todo lo que les venga
revelados por los dirigentes de su partido. Ellos no han engañado, ellos no han
mentido, ellos son el bien supremo y que todo contrario a sus intereses, es
debido a la herencia recibida.
He llegado a este
descubrimiento de sus mecanismos mentales por un paralelismo con una charla con un
conocido. Ya que al argumentarle sobre
la identidad de la lengua catalana, me
respondió: “No, si tus razonamientos me parecen correctos, pero yo creo y estoy
convencido que el catalán, el mallorquín, el menorquín y el ibicenco, son
distintas lenguas”.
Publicado en El Periscopi el 30 10 2015