El Sr. Mas, con su huida hacia adelante
para escapar de la corrupción que anega su partido, ha conseguido aglutinar a
todas las fuerzas más cavernarias, a la derecha más montaraz, a los que claman
por la acción armada cuando no se siguen los derroteros por ellos exigidos.
Ha despertado a la España de la boina, la
bota y la navaja.
La España que lleva la boina atornillada
a la cabeza para evitar que pueda entrar en ella algún pensamiento innovador,
algún pensamiento de cambio, la que solo acepta consignas que provienen de las
etapas más negras y obscuras del pasado.
La bota, con el vino amargo del desprecio
a lo nuevo, del odio a la democracia, el vino del resentimiento, de la
incultura, que hace aflorar la parte más primitiva del cerebro humano, esa
parte que está sin modificar desde los tiempos de los reptiles.
La navaja cabritera, la de los siete
muelles que suenan como amenazas traicioneras, la de llamar a las milicias
subidas a tanques, la de los viejos espadones, la que añora los gorros de hules
amenazando y asustando con terribles represalias.
Esa es la España a la que evocan los
partidarios del revanchismo y el Imperio hacia Dios y la condenación eterna a
La España, que con sus insultos, con sus
incomprensiones, con su analfabetismo democrático, ha conseguido a su vez. que una
minoría independentista se haya convertido en la mitad de la población. Que con
los improperios muchos catalanes hayan
decidido adoptar a los corruptos políticos catalanes a los corruptos políticos
centralistas, pues al menos, estos no los denigran, o al menos solo a su
inteligemcia. Que con el ruido de sables amagados, se olviden los ciudadanos que sufren una falta de
democracia por culpa de la política neo liberal que padecen al igual que el resto de los ciudadanos. Que
los recortes no vienen impuestos por las
tropelías del gobierno central, y que estos son unos meros ejecutores de las
consignas emanadas de las grandes transnacionales a los que sus dirigentes
nadie ha elegido.
Hace falta diálogo, diálogo y diálogo,
lógicamente con apertura de mentes y voluntad de entendimiento para llegar a
una solución, cualquier solución, pero creo que la voluntad política brilla por
su ausencia en ambas partes enfrentadas y la capacidad de racionalizar, aún
más.
Contra esta posición, existe la que
intenta razonar, la que busca soluciones, la que no está de acuerdo con el
enfrentamiento, la que piensa que los problemas políticos se deben resolver
políticamente y no por medio de tribunales. Pero son los menos, los que sus
voces no son escuchadas, a los que se les insulta, y que pagarán en las urnas
su atrevimiento de intentar ser responsables y consecuentes.
Publicado en El Periscopi el 06 11 2015
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