viernes, 22 de septiembre de 2017

¿ El Walhalla?



¿ El Walhalla?

Vaya por delante que siempre me he considerado republicano; que me repugna el pensamiento de que, por un coito más o menos programado, el resultado tenga que ser Jefe del Estado de un país; que no alcanzo a comprender cómo personas no implicadas en este dislate puedan defender semejante discriminación.

Una vez hecho este preámbulo, que considero necesario para aclarar posturas, pasaré a desarrollar el tema de esta semana.

En estos días, si nos asomamos a las redes sociales y nos aparecen opiniones de partidarios de la consulta popular en Catalunya, y ya no digamos de los partidarios de la independencia, nos encontramos con verdaderos panegíricos de la Republica, como si esta, por sí sola, fuese una especie de paraíso terrenal, donde se ubican todos los bienes, sin mezcla de mal alguno. Bueno, esto también ocurre con una mayoría muy considerable de los que se consideran republicanos, sea cual sea su posición con respecto al Referéndum (o conato del mismo, que ya veremos lo que pasa). Ni que decir tiene que todos los enaltecedores del sistema republicano se consideran progresistas, y con tendencias izquierdistas.

Todos estos españoles (al menos quienes tienen esta nacionalidad actualmente) miran como espejo, donde se reflejan todas las virtudes democráticas y progresistas, a la Segunda República Española. Pero, ¿Son rigurosos en sus apreciaciones?

Es cierto que la II República trajo una serie de reconocimientos de derechos civiles, destacando entre todos el reconocimiento del voto femenino; también la separación de la Iglesia y el Estado, que llevó aparejada una Ley del Divorcio, posiblemente la más progresista del mundo en esos momentos; una gran preocupación por la escolarización y culturización del pueblo; y el florecimiento y reconocimiento de las artes y los artistas.

Hasta aquí, todo parece idílico. Pero ¿Borramos los siguientes hechos? La supresión de L’Estat Català, con la intervención del ejército al mando del General Batet; de la Generalitat, con la correspondiente represión y la detención de su President y del Alcalde de Barcelona. También podemos recordar la salvaje represión a sangre y fuego de la llamada Revolución de Asturias, donde, por cierto, un General llamado Francisco Franco, se distinguió por su crueldad en la represión.

Pero, salgamos de España,  y hablemos de actuaciones de gobiernos republicanos en diferentes países con respecto a los exilados de guerra españoles. No se puede comparar a la República Francesa del Sr. Didalier, que los trató de malhechores, al tiempo que los encerraba en campos de concentración sin ninguna infraestructura sanitaria, e, incluso, sin agua corriente, con la actitud de D. Lázaro Cárdenas, presidente de Méjico, país que los recibió con los brazos abiertos.

Por otra parte, no podemos olvidar que a Mussolini le llamó para gobernar el Rey de Italia, pero que a Hitler le nombró Canciller el Presidente de la República de Weimar.

Josef Stalin, Jorge Videla, Nelson Mandela, y José Mujica han sido presidentes de las repúblicas de sus  respectivos países ¿Podemos equipararlos por sus ideas y trayectorias políticas al haber ocupado todos ellos la Jefatura del Estado? Obviamente, no. 

A modo de despedida, me gustaría dejar una pregunta abierta para que cada uno se respondiera a sí mismo, y sin que se enterara nadie ¿Dónde preferirías vivir en el Reino de Suecia o en la República del Congo? Yo lo tengo muy claro, pero lo mantendré en secreto.


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