viernes, 16 de octubre de 2020

Recordatorios

 



A nivel mundial, ha habido más de siete millones de infectados por el Covid-19. En España hay un incremento de más de 50.000 fallecidos con respecto al año anterior, de ellos más de 30.000 atribuidos directamente a la enfermedad, y el resto, dejémonos de números arrojadizos en función de ideologías e intereses diversos, posiblemente debidos a efectos colaterales de la malhadada pandemia.

¿Qué hace nuestra clase política? Los unos justificarse por las medidas adoptadas, y los otros tratando de sacar rédito políticos de los muertos ¿Qué hace la ciudadanía, que sería lo verdaderamente importante? Una parte considerable defender inconscientemente los oscuros intereses de multinacionales; otros, los polinecios, hablar de maquinaciones, fabulas y absurdas teorías conspiratorias; por último, una gran mayoría nos sentimos frustrados ante la actitud irresponsable de una gente, teóricamente nuestros representantes, que vive de las arcas del estado sin importarle la salud, la vida, o la muerte de los ciudadanos que, al fin y al cabo, son los que les pagan por no preocuparse de ellos, pues sólo están buscando detentar el poder.

Sin embargo, el tema de la salud podría arreglarse en gran parte si los políticos escucharan a los especialistas en la materia, y se dedicaran a llevar a la práctica las medidas sanitarias que éstos proclaman, sin importar el color político, como están haciendo en los países democráticos. Algunos de nuestros “democráticos” políticos no sólo se dedican a inmiscuirse en campos que les son ajenos, es que, además, por ambición de poder en numerosas ocasiones, contrarrestan las medidas sanitarias propuestas por los expertos en el tema.

Sin embargo, no tienen en cuenta que la pandemia ha trastocado todo el entramado social y económico, no tan solo de nuestro país, también en el resto del mundo, y que deja obsoletos muchos de los modelos económicos vigentes hasta el inicio de la pandemia.

Partiendo de la base de que la política de un Estado viene determinada por la economía, y que la forma de plasmarla es mediante los Presupuestos Generales del Estado ¿Recuerdan esta premisa tan elemental sus señorías?, ¿La recuerdan los ciudadanos?, ¿Recordamos todos que estamos viviendo inmersos en una pandemia sin precedentes en el último siglo?

No se pueden tratar problemas nuevos y excepcionales con políticas periclitadas. A pesar de esta circunstancia, hay grupos que pretenden  por su propio interés que se trate la nueva situación con políticas, y, por tanto, presupuestos que fueron creados para afrontar situaciones distintas.

Se está afrontando la situación del año 2020 con los Presupuestos de 2018 prorrogados, y, lo que es peor, con el rumbo que lleva la situación, tendremos que continuar con la misma situación en 2021.

Los partidos de la oposición que se consideran democráticos, para serlo en realidad, deberían recordar que quien debe dirigir y gobernar un país son las fuerzas que la sociedad ha elegido con sus votos. Pero también deben recordar y asumir que la oposición debe ser eso, oposición. No un tope o un obstáculo para que se pueda gobernar. Tienen que saber que, al menos en esa legislatura, no mandan y deciden, que su misión es: decir a los ciudadanos lo que hace mal el Gobierno, y presentar mejoras propias a las disposiciones que formule dicho  del Gobierno, de forma que la ciudadanía pueda ver sus proyectos, y volverles a otorgar su confianza. La función de una oposición democrática jamás debe ser bloquear e impedir que funcionen las instituciones.

Resulta imprescindible tener unos nuevos Presupuestos Generales del Estado para afrontar la terrible crisis económica que nos está afectando, y nos afectará aún más; unos presupuestos específicos para luchar contra el Covid 19 y sus consecuencias; unos presupuestos que les corresponde hacer al Gobierno, pero en los cuales se escuchen y valoren todas las propuestas de las distintas fuerzas políticas, pero unos presupuestos no falseados por chantajes políticos vengan de donde vengan.

¿Estará a la altura que el país necesita nuestra clase política?

Tengo que reconocer aquí, que mis expectativas las veo muy alejadas de mis deseos y me gustaría estar errado en cuanto a aquellas


1 comentario:

  1. No soy nada optimista. Me asomo ojiplática a lo que está ocurriendo y me arrepiento de no "haberme hecho" francesa cuando me planteé largarme a Toulouse, hace unos cuantos años.

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