Empiezo a
comprender algunas de las actuaciones políticas que nos afectan, ¡y de qué
modo! a los ciudadanos.
Ahora
comprendo la forma, que no el fondo, lo del finiquito en diferido, las
conferencias de prensa dadas por un plasma, así como los recortes
indiscriminados a los más débiles e indefensos.
También que
Dña. Ana Mato no viese el Jaguar en su garaje, que la misma señora no se
percatara de que no le cobraran en los hoteles, ni en los aviones y supiese
calibrar el valor de los confetis en sus fiestas.
Lo del Sr.
Gallardón y sus reformas más polémicas,
también se comprende a la vista de la situación.
Que el Sr.
González Pons pretendiese dárselas de feminista al tiempo que tilda a los
maltratadores de: “hijos de puta” que es uno de los claros ejemplos de insulto
machista.
Pero no
solo es el gobierno y el partido que lo sustenta. Ahora ya me explico las
siestas de la oposición, mientras se aprueban leyes inicuas, la de algunas
ausencias en votaciones claves. Lo del Sr. Wert y su vuelta al Nacional Catolicismo de la España Unidad de
Destino, queda también claro y diáfano, además del bar, debe visitar
sacristías, donde ya se sabe: el Vino de Misa, es de muy buena calidad.
¿La clave?
Los precios del bar del Congreso de los Diputados. ¿Quién se resiste a no
reconfortarse ante un largo y aburrido pleno con unos tragos y sobre todo a
esos precios?
Hoy no
quiero entrar, lo dejaré para otro día, en la desvergüenza de subvencionar el
bar de unas personas a las que les pagamos un buen sueldo, para que puedan
beber a unos precios escandalosamente baratos mientras se recorta en Sanidad y
Cultura
Ahora,
aclarado la situación en el plano
nacional, falta una explicación en nuestra Comunidad, ya que aquí, en el bar del
Parlamento no se sirven bebidas alcohólicas, ¿Será que la brillantina que usa
nuestro President es alucinógena?