A nivel mundial, ha
habido más de siete millones de infectados por el Covid-19. En España hay un
incremento de más de 50.000 fallecidos con respecto al año anterior, de ellos
más de 30.000 atribuidos directamente a la enfermedad, y el resto, dejémonos de
números arrojadizos en función de ideologías e intereses diversos, posiblemente
debidos a efectos colaterales de la malhadada pandemia.
¿Qué hace nuestra
clase política? Los unos justificarse por las medidas adoptadas, y los otros
tratando de sacar rédito políticos de los muertos ¿Qué hace la ciudadanía, que
sería lo verdaderamente importante? Una parte considerable defender
inconscientemente los oscuros intereses de multinacionales; otros, los
polinecios, hablar de maquinaciones, fabulas y absurdas teorías conspiratorias;
por último, una gran mayoría nos sentimos frustrados ante la actitud
irresponsable de una gente, teóricamente nuestros representantes, que vive de
las arcas del estado sin importarle la salud, la vida, o la muerte de los
ciudadanos que, al fin y al cabo, son los que les pagan por no preocuparse de
ellos, pues sólo están buscando detentar el poder.
Sin embargo, el
tema de la salud podría arreglarse en gran parte si los políticos escucharan a
los especialistas en la materia, y se dedicaran a llevar a la práctica las
medidas sanitarias que éstos proclaman, sin importar el color político, como
están haciendo en los países democráticos. Algunos de nuestros “democráticos”
políticos no sólo se dedican a inmiscuirse en campos que les son ajenos, es que,
además, por ambición de poder en numerosas ocasiones, contrarrestan las medidas
sanitarias propuestas por los expertos en el tema.
Sin embargo, no
tienen en cuenta que la pandemia ha trastocado todo el entramado social y
económico, no tan solo de nuestro país, también en el resto del mundo, y que
deja obsoletos muchos de los modelos económicos vigentes hasta el inicio de la
pandemia.
Partiendo de la
base de que la política de un Estado viene determinada por la economía, y que la
forma de plasmarla es mediante los Presupuestos Generales del Estado ¿Recuerdan
esta premisa tan elemental sus señorías?, ¿La recuerdan los ciudadanos?,
¿Recordamos todos que estamos viviendo inmersos en una pandemia sin precedentes
en el último siglo?
No se pueden tratar
problemas nuevos y excepcionales con políticas periclitadas. A pesar de esta
circunstancia, hay grupos que pretenden por
su propio interés que se trate la nueva situación con políticas, y, por tanto,
presupuestos que fueron creados para afrontar situaciones distintas.
Se está afrontando
la situación del año 2020 con los Presupuestos de 2018 prorrogados, y, lo que
es peor, con el rumbo que lleva la situación, tendremos que continuar con la
misma situación en 2021.
Los partidos de la
oposición que se consideran democráticos, para serlo en realidad, deberían
recordar que quien debe dirigir y gobernar un país son las fuerzas que la
sociedad ha elegido con sus votos. Pero también deben recordar y asumir que la
oposición debe ser eso, oposición. No un tope o un obstáculo para que se pueda
gobernar. Tienen que saber que, al menos en esa legislatura, no mandan y
deciden, que su misión es: decir a los ciudadanos lo que hace mal el Gobierno, y
presentar mejoras propias a las disposiciones que formule dicho del Gobierno, de forma que la ciudadanía pueda
ver sus proyectos, y volverles a otorgar su confianza. La función de una
oposición democrática jamás debe ser bloquear e impedir que funcionen las
instituciones.
Resulta imprescindible
tener unos nuevos Presupuestos Generales del Estado para afrontar la terrible
crisis económica que nos está afectando, y nos afectará aún más; unos presupuestos
específicos para luchar contra el Covid 19 y sus consecuencias; unos
presupuestos que les corresponde hacer al Gobierno, pero en los cuales
se escuchen y valoren todas las propuestas de las distintas fuerzas políticas,
pero unos presupuestos no falseados por chantajes políticos vengan de donde vengan.
¿Estará a la altura
que el país necesita nuestra clase política?
Tengo que reconocer
aquí, que mis expectativas las veo muy alejadas de mis deseos y me gustaría
estar errado en cuanto a aquellas