No, no es una
errata. Vista la actuación der algunos jueces y juezas en este país, sus
actuaciones van más destinadas a satisfacer sus deseos y ambiciones, que a buscar
la justicia y la equidad. Actúan como señores feudales, imponiendo su voluntad
basada o en sus creencias y/o intereses personales. Sus decisiones pasan
atropelladamente por encima tanto r de las decisiones del Ejecutivo como
del poder legislativo, en tanto que su cúpula permanece a lo suyo: perpetuarse
en la confortable poltrona que ocupan con una más que dudosa legitimidad.
La pregunta que nos
hacemos los ciudadanos es la siguiente: ¿Cómo la cúpula del máximo órgano de la
judicatura va a imponer el respeto a la Ley, si son los primeros en no cumplir
el espíritu de la Constitución, aposentándose de forma permanente en sus
poltronas, manteniéndose en ellas a pesar de haber finalizado con creces el
periodo para el que fueron elegidos?
Es cierto que es la
clase política la que no se pone de acuerdo, gracias a la actuación de bloqueo
filibustero del PP para mantener una posición fraudulenta que les favorece, más
aun en la situación procesal en que están inmersos, donde, a toda costa, quieren
ser juzgados por jueces afines.
No es menos cierto
que los ocupantes de esos altos cargos son los que deberían dar ejemplo, y
oponerse con toda la fuerza de la Ley a esta situación anómala. Sin embargo, son
los primeros en aceptar las prebendas, y usar sus cargos usurpados para actuar
a su antojo y conveniencia, no dudando en denunciar de forma solapada y mendaz ante
organismos internacionales los intentos del legislativo para desbloquear la
situación, tan encontrada con el Título VI, Artículo 122 punto 3 de la
Constitución española.
Delante de este
panorama el que nos encontramos ¿Se puede extrañar alguien de las extrañas
sentencias de algunos jueces?
No hablo de las
vergonzosas resoluciones absolviendo a acusados por que la víctima se vistiera
de “forma improcedente”, y que de ese modo “provocara” al agresor sexual; o de
las sentencias sexistas ante flagrantes actuaciones machistas, como el fallo en
primera instancia del “Caso de la Manada” en Navarra; tampoco del juez que
obligó a una víctima de violencia de género a convivir con su agresor, y acabó
quemada viva. Digo que no hablo de esos casos porque sería tema no de un simple
escrito como este, sino de un macro juicio contra la percepción que tienen
muchos jueces, y parte de la sociedad sobre el género, especialmente sobre el
género femenino. Tampoco hablo de la sentencia por la cual el Estado debe pagar
a la familia del sanguinario dictador la cantidad de 800.000 € en concepto de
compensación por las obras y “mejoras” realizadas en el Pazo de Meirás, ya que
la pregunta para cualquier persona en su sano juicio sería ¿Y con cuánto debe esa
gente indemnizar al Estado por la ocupación ilegal durante estos 40 años? Claro
está que para algunos jueces hay “ocupas” y “okupas”.
No obstante estos
mediáticos ejemplos, y muchos más que podría traer a cuento, quiero hacer
mención a dos casos recientes.
El Tribunal
Superior de Justicia del País Vasco revoca cautelarmente la orden del Ejecutivo
de dicha autonomía de cerrar los establecimientos de hostelería, no teniendo en
cuenta el Estado de Alerta sanitario decretado por el Gobierno Central. Permitiéndose,
además, interpretaciones particulares, y con opiniones vejatorias para
profesionales titulados. Nadie ha movido un dedo para desautorizar a ese
magistrado. Aparte de calentar sillones ¿Qué hace el Consejo del Poder Judicial?
La jueza del
Juzgado de Guardia en Palma impide el desalojo de una fiesta ilegal de más de
tres días de duración continuados, con 2 Dj actuando, con más de 200 asistentes,
y con consumo de alcohol y drogas, en plena pandemia, con los ciudadanos
sufriendo las restricciones necesarias, y los hosteleros conscientes sin poder
abrir sus establecimientos, ni tan siquiera en las terrazas. Por supuesto que
Su señoría sigue feliz y contenta, y encantada de haberse conocido.
¿A qué va a
resultar que Pedro Pacheco, ex Alcalde de Jerez, a pesar de todas sus tropelías,
tenía su parte de razón?