Hace ya bastante tiempo comenté que una de las
ventajas de no tener ningún tipo de ligaduras era la libertad al elegir el tema, y darle el tratamiento que,
según mi parecer, era el más adecuado para el ese tema.
Hoy es una de las veces que voy a usar de esa
libertad, y a algunos de los lectores puede parecerles que me salto el guion, que,
en contra de la línea argumental que he ido siguiendo, esta semana no hablo de
política.
Por una parte, tienen razón pues no hablaré de los temas políticos
que son habituales en mis escritos. Pero también se equivocan: si consideramos
la política en su el más amplio sentido de la palabra, la Cultura es una
parte de la política, ya que es una parte de la relación de los seres humanos,
o, al menos, yo lo considero así.
En otros lugares del planeta no se menosprecia a los
artistas que se expresan con vehículos menos convencionales. En nuestro país, no
tiene el mismo reconocimiento oficial un cineasta, que un dramaturgo o un
fotógrafo, o que un pintor, y podría citar infinidad de ejemplos más.
Me he referido a otros lugares ya que Bob Dylan
recibió de forma muy merecida el reconocimiento de la Academia sueca, que le
concedió el Premio Nobel de Literatura por su poesía, poesía que mostró en
canciones en vez de en las formas tradicionales.
En estos días Joan Manel Serrat ha anunciado su
despedida musical, y sólo ha encontrado eco en sus seguidores. La Cultura
oficial y los intelectuales orgánicos no han hecho ningún movimiento ni
declaración.
Muchos, especialmente si desconocen el panorama
cultural español, pueden pensar: “Todos los días se retira o retiran un
cantante y no pasa nada”.
Joan Manel Serrat no solo es un cantante: Es un
poeta y amante de la poesía. Fue la voz que hizo escuchar en el plúmbeo yermo
del tardo franquismo a poetas perseguidos, forzados a marchar al destierro, e,
incluso, asesinados por la tiránica dictadura que esclavizó a la ciudadanía
¿Quién, aun sin saber quién era el autor de la letra, no ha tarareado
“Caminante no hay camino…” o “Para la Libertad traigo…”?
Siendo importante esta faceta divulgadora de esa
riqueza literaria que nos tenían secuestrada, no podemos obviar que Serrat era (y es) un extraordinario poeta
que ha elegido la música como vía para acercar la poesía al gran público.
Aprovecha, además, su bilingüismo para escribir en
sus dos leguas, en ambas con igual fluidez y sentimiento.
“Cançó de bressol” es una bella canción de cuna que
sigue la tradición de aunar un texto inquietante y trágico propio de las nanas tradicionales.
Su poesía abarca multitud de géneros, desde
costumbristas, como “Fiesta” o “La tieta”, o el bello poema de amor y
melancolía “Paraules d’amor”, o la pujanza y fuerza de “Ara que tinc vint anys”.
Pero, quizás, donde más se puede ver la calidad de su poesía es en sus cantos a
las cosas pequeñas, y aparentemente inanes como “Cada loco con su tema”, o “No
hago otra cosa que pensar en ti”.
Por su puesto, no se puede olvidar “Mediterráneo”,
compendio de la idiosincrasia de los pueblos ribereños de este mar.
Sin embargo, no se le ha reconocido de forma
oficial. Todo lo contrario.
Los nacionalistas catalanes no le han perdonado que
escriba en castellano. Los nacionalistas centralistas que empezara cantando y
escribiendo en catalán. La derecha sus críticas al franquismo, y las izquierdas
su apoyo crítico al socialismo catalán.
¿A qué se espera para reconocer oficialmente su
extraordinaria obra? ¿A que se muera?
Como dije en mis escritos de las últimas semanas, estoy cansado. Por ese motivo me tomo unas vacaciones hasta pasadas las fiestas.