A raíz del golpe militar en Egipto, me surgieron graves
dudas. ¿Sería posible que los militares pudieran ser la solución para algún
país? La respuesta, que creo que nos sale de dentro a todos es: no. Pero al
mismo tiempo, hay que reconocer que el Oriente Próximo aun estando tan cerca,
nos es muy extraño. Y en la misma zona, en Turquía, el Ejército, es la única
fuerza que mantiene dentro de unos límites, la condición de estado aconfesional
a pesar del partido del gobierno que es abiertamente confesional. Es cierto que
allí, como en todos los lugares, el islamismo, en estos años ha hecho grandes
avances y ha limitado en gran medida la laicidad del Estado.
Por tanto, a pesar de mi desconfianza hacia el estamento
militar como garantes de la democracia, ante la nueva situación en Egipto, me
quedaba una pequeña esperanza de que el golpe se derivara hacia un modelo turco,
aun no siendo un ejemplo de pureza democrática, y no al tradicional que imponen
la fuerzas armadas y que en nuestro país, sabemos cómo las han gastado.
Lamentablemente, ha aflorado lo peor del militarismo,
demostrando que son y han sido, los valederos de la dictadura de Mubarak y de
sus métodos, con el uso indiscriminado de la fuerza. Sembrando, como han hecho,
el terror jamás se pueden sentar las bases para ningún tipo de democracia, por
lo su discurso de establecer una nueva forma de gobernar, ha quedado
deslegitimado. ¿Podría haberse justificado de alguna manera su actuación de
haber ocurrido la brutal represión? Aquí es donde me surgen las dudas. Ya que
hay que tener en cuenta, que es un país con un índice de analfabetismo brutal,
con un integrismo religioso que domina todas las capas sociales especialmente
fuera de algunos círculos de las grandes ciudades y sin ninguna organización aparte
de los Hermanos Musulmanes y de la Milicia.
Los Hermanos Musulmanes, que a pesar de estar ilegalizados
por el Régimen de Mubarak, tenían presencia en las mezquitas, y lo que es más
importante, en todas las redes asistenciales, que habían creado gracias a las
generosas aportaciones de Arabia Saudí a todo lo que suene al islamismo más
radical y conservador.
Es cierto que los Hermanos Musulmanes ganaron por amplia
mayoría todas las elecciones. Es cierto que en la Plaza Tahrir, se exigieron
votaciones democráticas a la mayor celeridad. Es cierto que el pueblo egipcio
quería romper con la era Mubarak de forma inmediata. Pero, también es cierto
que ellos eran los únicos con una estructura orgánica capaz de afrontar unas
elecciones con la logística adecuada para poder ganarlas.
¿Hubiese sido mejor un periodo transicional, regido por un
gobierno de independientes, fomentando la creación de nuevos partidos y del
afianzamiento de aquellos que se habían
opuesto en mayor o menor grado al dictador?
De todos modos, lo terrible, es que quienes están pagando la
situación, son los de siempre: el pueblo. Unos por falta de formación, otros
por fanatismo, y la gran mayoría impotentes ante una situación que no han
creado. Sufriendo el caos económico que supone la falta de los ingresos procedentes
del desaparecido turismo, la mayor fuente de ingresos de un país que se
encuentra entre la bota militar que todo lo arrasa y los partidarios de
utilizar la interpretación más fanática de El Corán como elemento regulador de
la vida.
Publicado en El Periscopi el 26 08 2013