Como de momento aún
conservo cierto espíritu navideño, posiblemente debido a las laboriosas
digestiones de los excesos gastronómicos propios de estos días, no quiero
entrar en críticas o descalificaciones hacía ningún colectivo.
No hablaré de los
asesinos por inconsciencia, que
promueven o asisten a reuniones o fiestas tumultuarias que han fomentado
la situación inasumible desde el punto de vista sanitario que estamos sufriendo
en la actualidad.
Tampoco criticaré a
todos esos polinecios negativistas, terraplanistas, y/o anti vacunas. Aunque si
me gustaría que, si se contagiaran del “inexistente Covid 19, no utilizaran la
sanidad pública, y se dirigieran directamente a psiquiatras (a ser posible
privados) para que les tratasen de su malestar psicosomático, ya que no podrían
jamás infectarse con algo que no existe.
Ni tan siquiera criticaré
a los carroñeros políticos, que, al contrario de toda la oposición responsable
de los países democráticos, no apoyan las decisiones de sus gobiernos en un
mezquino intento de tratar de sacar réditos políticos de los muertos.
No quiero criticar
a nadie, tanto más cuando todas las autonomías, con una triste excepción, se
han puesto de acuerdo, y están llevando un plan conjunto, al tiempo que reman
unidos en un plan de vacunación masiva y ejemplar, demostrando que aún hay esperanza de que algún día España
pueda actuar como un país normal, y no como un campo de batalla partidista con
absoluto desprecio hacia los ciudadanos.
No voy a dar el
nombre de esa mencionada excepción, creo que todos pueden suponer a quien me
refiero.
Empezó a demostrar
su talante y falta de altitud de miras antes de la llegada de la vacuna, al dar la
orden de que no se derivaran a las UCI’s a los mayores de 80 años.
Llego a acuerdos con otras fuerzas en temas
sanitarios, y al día siguiente los rompió.
Ha permitido
aglomeraciones irresponsables en las calles más céntricas.
Pero, por encima de todo, ha demostrado su egoísmo
partidista cuando ha acusado al Gobierno Central de discriminación en el
reparto de vacunas a su comunidad en función a su población. Esta afirmación es
falaz. y fácilmente demostrable su mendacidad. Se ha enviado a esa Comunidad el
13,9% del total del primer contingente de vacunas recibido, cuando, en realidad
y por el total de la población residente en la
comunidad que preside, le correspondía el 13,8%.
Es una
verdadera lástima que durante el tiempo que estuvo llevando el blog del difunto
Pecas (el único activo en su curriculum político) no aprendiera nada de la sinceridad,
la generosidad, y el altruismo que caracterizan a los animales en general, y a
los perros en particular.
En aras del
espíritu navideño dejemos de momento estas miserias de algunos humanos, y
celebremos la llegada de la vacuna, y que esta nos ayude a volver a una vida
normal.
Feliz (o lo más parecido posible a ese estado) año 2021