LA PREHISTORIA
Los españoles somos
un pueblo políticamente afortunado, y ya no sólo por haber disfrutado del honor
de que nos guiara el Glorioso Caudillo que nos acunó en su seno durante
cuarenta años. Es cierto que, según algunos, cometió algunos “pecadillos”, como
reprimir libertades, validar sentencias de muerte injustas, esquilmar el
Patrimonio, o enriquecerse ¿Pero, qué importan esos nimios asuntos, si nos evitó
entrar en la cruel II Guerra Mundial?
Es cierto que envió
a una división a luchar junto a las tropas nazis, pero, posiblemente, en
realidad eran españoles que querían hacer turismo y conocer Rusia; o, según
algunos historiadores, seguramente envidiosos y resentidos, la causa de la
“neutralidad” en el conflicto bélico fue que Hitler no consideró en principio
la aportación española, y que le parecieron disparatadas las exigencias
territoriales que le presentó Franco sobre las colonias de los aliados en
África.
Tras constatar que
nuestro feliz país actual ha podido comenzar aquí, he decidido hacer esta
introducción, a pesar de que, dado el tiempo transcurrido, esto puede parecer
arqueología más que historia. Proseguiré desgranando los motivos por los que
continuamos siendo herederos de la “Baraka” que dicen que poseía el finado
General.
Tras un periodo que
muchos califican de dictadura fascista, con terribles represalias, con
carencias de libertades, con leyes inicuas, y toda serie de tropelías amparadas
por una legalidad bastarda, murió en una cama de hospital rodeado de médicos.
Tras su fallecimiento, empieza otra fase de nuestra increíble suerte de vivir
en un país feliz
LA TRANSICIÓN
En un país que,
desde la más remota antigüedad, se ha caracterizado por resolver las diferencias
de todo tipo con porras, piedras, hachas, navajas, y las armas que iban
surgiendo con el avance de la tecnología del momento, resulta casi milagroso
que unos españoles se pusieran a hablar,
y llegaran a un acuerdo sobre el paso de una dictadura a un sistema democrático,
al menos, formalmente. Este milagro laico es la llamada Transición, y resultó única
en el mundo. Obsérvese, por favor, que digo única, y no digo modélica. Es única
ya que la desaparición del Dictador se puede loar, sus descendientes y colaboradores conservan las riquezas
adquiridas presuntamente en condiciones de legalidad dudosa, los torturadores
continuaron en sus puestos y con honores, no hubo ninguna solicitud legal para
los que se aprovecharon de sus cargos. Mientras tanto, hay fosas comunes sin
localizar, o asesinados a los que se no les ha devuelto el reconocimiento de su
inocencia. En conclusión: única sí, modélica es, cuanto menos, muy discutible.
No hay que olvidar que todo el proceso se vivió bajo la atenta mirada, por no
decir supervisión, de las FF.AA. que, en una parte importante, se veían a sí
mismas como albaceas testamentarias del difunto sátrapa.
La CONSTITUCIÓN
Cómo primera
providencia, y para evitar malos entendidos, soy de los que reivindico y
aplaudo que la Constitución, surgida en unas Cortes elegidas en su gran mayoría
por sufragio universal (en el Senado había una minoría de Senadores designados
“a dedo”), llegara a un casi total consenso en su redacción y su aplicación, y
que fuera votada por una amplia mayoría, con la abstención de sus más
fervientes defensores actuales. Posteriormente, fue refrendada por los
ciudadanos.
¿Era y es una
Constitución perfecta? Era la única posible en su momento. Se incluyeron, a
modo de “trágala”, algunas cuestiones a las que no hubo más remedio que aceptar
si se quería salir de la ciénaga ética que representaba el franquismo.
Pienso que nadie en
su sano juicio esperaba su longevidad. Estoy convencido de que todas las partes
creyeron que era una solución más o menos aceptable para salir del paso, y que
en un futuro próximo se modificaría, una vez que la democracia estuviera ya
asentada y sin un ruado de sables y botas como telón de fondo. Sin estas
circunstancias, es imposible comprender cómo se redactaron algunos artículos, y
el Título VIII, que contiene verdaderos disparates políticos, e, incluso,
jurídicos.
En mi opinión,
fruto de esa redacción, plena de contradicciones, nace el conflicto, y los
enfrentamientos entre los nacionalismos periféricos y los centralistas.
Naturalmente, no basta con el hecho de nacer, los conflictos, para poder
desarrollarse, deben alimentarse, y de esta cuestión tan importante ya hay
quienes se ocupan.
Y cómo cualquier
serial que se precie: Continuará…