Tengo la impresión que muchos religiosos no han comprendido las
palabras del instigador de las doctrinas cristianas, y muy en especial, muchos oficiantes
de la religión católica.
Unos la han interpretado de forma literal y otros, aunque
no la han practicado en la misma manera, comprenden demasiado bien a los otros
y no han tomado medidas efectivas para que la aplicasen en la forma en que
supongo fue dicha.
La frase en cuestión es: “Dejad que los niños se
acerquen a mí”, de su interpretación errónea, han surgido innumerables casos de
pederastia, unas de forma activa y otras de forma pasiva, estos ayudando a
minimizar los casos o simplemente negándolos. A los errados, en el mejor de los
casos se les ha reconvenido de forma privada o incluso se les ha cambiado de
destino para que se buscasen nuevos niños y niñas para que se les acercasen.
Eso sí, después de una confesión que a
efectos religiosos les exime de toda culpa. Esto ha sido así hasta fechas muy
recientes, en la actualidad, parece que una parte de la jerarquía eclesiástica,
ha empezado a darse cuenta, al menos en este tema, que una cosa son los pecados y otros los
delitos. Si es pecado una acción
cometida por alguien sujeto a su disciplina, les corresponde actuar a
ellos. Pero los delitos tipificados en el Código Penal deben ser juzgados por
los tribunales ordinarios, sin ningún tipo de trabas u ocultaciones, a no ser
que quieran ser también juzgados por encubridores o por obstrucción a la
justicia.
¿Cuántos casos de pederastia habrán quedado ocultos
y sin punición en España, amparados en
la total impunidad que brindaba a la Iglesia el Nacional Catolicismo? ¿Puede
creer alguien que mientras en la católica Irlanda sucedieron infinidad de casos
que estuvieron escondidos por las más altas autoridades religiosas del país y
que al final aparecieron con gran escándalo. O que en los Estados Unidos, donde
la Iglesia Católica no es mayoría, haya diócesis que se hayan arruinado pagando
indemnizaciones a los afectados para no llegar a juicio y hacer mayor el
escándalo, según su hipócrita teoría? Mientras que en este país, con una
iglesia con poder casi absoluto en una
gran parte de colegios, reformatorios, hospicios y toda serie de instituciones
destinados a la infancia y la juventud no haya habido muchos más casos de los
que han aparecido en los medios.
Un ex sacerdote mallorquín cuya trayectoria como
dinamizador social y su dedicación a los marginados, le hacen merecedor de
crédito, manifestó que durante su etapa en el seminario fue violado reiteradamente
por uno de sus profesores, sacerdote por supuesto, y que tenía constancia que
no fue el único seminarista que sufrió dicho trato. ¿Qué consecuencias tuvo?
Ninguna, ya que cuando asumió que no era culpa suya, no denunció ya que al
estar muerto el abusador, no se le podía demandar responsabilidades penales.
Y más recientemente. Concretamente en estos días
pasados ¿Acaso es imprescindible una
llamada de la Jefatura superior para actuar en casos de pederastia? ¿Cómo es
que no se había tomado una decisión hasta la llamada del Papa Francisco? ¿A que
esperaba el mandamás de Granada y la policía para actuar?
Quiero dejar claro que no acuso a los componentes de
la iglesia de practicar la pederastia, pero creo firmemente que sin su postura
corporativista, no se hubiese llegado a los extremos de Irlanda, Estados Unidos
y supuestamente España, por tanto pienso que por acción u omisión sí que hay
una culpa colectiva en la institución. Caso contrario, ¿Cómo se entiende el
fulgurante ascenso de Marcial Meciel?
Publicado en El Periscopi el 21 11 2014