Reiteradamente, se nos ha vendido la idea que en
este país, no había extrema derecha fuera de unos pequeños grupúsculos
perfectamente definidos y localizados. Como es obvio, es una de las muchas
mentiras interesadas que han transcendido desde la Santa Transición.
La extrema derecha, siempre ha estado aquí, Franco
se pudo mantener en el poder por el terror que sembró, pero no puede negarse
que hubo una serie de gentes y poderes que le ayudaron a mantenerse.
Pero así como
la Izquierda está fragmentada y actualmente sin ninguna deriva clara, la
Derecha supo aglutinarse en torno a un partido, en todas sus sensibilidades.
La Derecha, que consigue siempre, desde la unidad,
excelentes réditos electorales con la inestimable ayuda de la Ley D’Hont, El peligro de una escisión viene dado por la
parte más cerril de su electorado: la extrema derecha, por esta razón, sus
dirigentes no han dudado en halagar,
mimar e incluso darles un mayor protagonismos a esta parte de sus componentes. ¿Cómo se podría
entender sino que el partido sea tan reticente a condenar los crímenes del
franquismo?
Pero el problema para ellos, es que han jugado a
aprendices de brujos y la situación se les ha ido de las manos. Jugaron la baza
política de capitalizar a un sector de las víctimas de ETA, se les dijo
halagando los más bajos instintos de venganza que siempre estarían con ellos.
No dudaron en conculcar la Constitución, esa que tanto aman y citan cuando les
ha interesado, usando la retroactividad en los casos que les interesó. Ahora,
se encuentran con un colectivo que siempre les ha apoyado, en su contra: las
inefables Ángeles Pedraza, y Mari Mar Blanco que se autoerigen en
representantes del único dolor legítimo de las víctimas de ETA. No satisfechas ellas y el colectivo que
representan con haber marcado la trayectoria política en materia terrorista del
PP, exigen más. Pretenden que se salga de la legalidad jurídica en virtud de
sus intereses y odios.
Con ser grave, aunque lógica por lo anteriormente
expuesto, la posición de PP con respecto a la sentencia. La que verdaderamente resulta
vergonzante por contradecir los intereses que siempre han presumido de
defender, es la postura del otro gran partido nacional (al menos en teoría):
el PSOE, por su pusilánime posición pública y su
indefinición ante la citada sentencia, seguramente temerosos de perder unos
votos, que nunca serán suyos. Han evitado
manifestar públicamente su opinión y se han callando ante el ataque de la peor
extrema derecha del país a una sentencia que nos saca los colores como país. Tampoco
es tan extraño, pues deben sentirse culpables por ser cómplices de su
aplicación durante su mandato al no haberse atrevido a dejar que se aplicara en
los casos de flagrante contradicción con la Constitución vigente.
Publicado en El Periscopi el 01 11 2013