Cuando salga publicado este escrito, será
el día anterior al día de la reflexión, pero dadas las dudas que les asaltan a
gran parte de votantes, creo que necesitaremos más de un día para reflexionar,
así que no pediré el voto a nadie, incluido yo, ni para nadie, para no
contravenir las normas establecidas para los comicios.
Así que empiezo ya a reflexionar, si me
lo permiten. Tengo claro que quisiera votar a la izquierda, pero ahí comienzan
mis dudas ¿A qué izquierda?
¿A la izquierda?, ¿A la que se ha
mantenido en la más absoluta hibernación
durante cuatro años a pesar de las mentiras, el recorte de libertades, la
pérdida de derechos sociales?, ¿A la que ha pasado casi de puntillas por los
escándalos de corrupción del Gobierno para que no le restregaran por la cara el
caso de los ERE’s en Andalucía?, ¿A la que firmó por la vía rápida una
modificación de la Constitución para contentar a Alemania y ahora dice que se
arrepiente? Cierto que esa misma izquierda fue la de lareforma fiscal que por
primera vez obligó a pagar impuestos a las grandes fortunas, la que trajo una
ley del divorcio adecuada a la situación del país, laque aprobó una ley de
plazos para la interrupción del embarazo, la que ha aprobado durante sus
gobiernos las leyes sociales más progresistas. Aunque en realidad, esto no era
demasiado difícil ya que el PP…
¿O debemos votar a una izquierda que se
avergüenza de serlo y se esconde bajo una supuesta tranversualidad de las
clases?, ¿A una izquierda que no defiende públicamente su rechazo a la
violencia de género ya que no la ha puesto entre los ejes de su programa de
gobierno?, ¿A una izquierda que no ha manifestado de forma clara su posición
ante el recurso de inconstitucionalidad de la ley de plazos presentado por el
PP?, ¿A una izquierda cuyo único fin es ganar las elecciones, aún teniendo que
abandonar los principios que dieron lugar a su nacimiento y el auge entre los
que no creían en la política al uso?, ¿A una izquierda que, por intereses
estrictamente partidistas, está y no está en las instituciones?, ¿A una
izquierda que, para que nadie le haga sombra, rechaza una unidad de partidos
que ayude a combatir la nefasta ley d’ Hondt?
¿O quizás por una izquierda que pretende
ser aglutinadora, de ahí su marca electoral, y que ni tan siquiera llega a
estar unida?, ¿A una izquierda que hace promesas electorales imposibles de
cumplir ya que jamás podría cambiar sola la Constitución?, ¿A una izquierda que,
al menos en el ámbito territorial donde me muevo, está haciendo una campaña que,
desde fuera, parece como un trámite obligatorio, para que cuando finalice
puedan volverse a mirar el ombligo?
Eso sí, si quieren que haya una enseñanza
privada y elitista y que desparezca la enseñanza pública; si quieren tener un
copago al visitar a su médico/a de familia o especialista; si quieren que se
deroguen las leyes de protección contra la violencia de género; si quieren que
el despido, libre como hasta ahora, sea aún más barato; si quieren una política
neo liberal que haga palidecer de envidia a Milton Friedman: voten a C’s.
Y si quieren que les engañen; que la
corrupción sea la tónica por la que se desarrolle la política; en una palabra,
que sigamos igual que hasta ahora o peor: voten al PP.
Tras estas consideraciones, ¿No es verdad que se debe reflexionar antes de
votar?
Publicado en El Periscopi el 18 12 2015