Desde hace unas tres semanas, la sociedad
civil, es decir, los que comemos garbanzos y paseamos al perro, nos hallamos
sumidos en un estado de placidez, sin sobresaltos, y sin amenazas, en un estado semejante al nirvana. Es posible
que algunos lo achaquen al llamado espíritu navideño, pero no, están errados. Creo
que este bienestar espiritual se debe a que estamos sin gobierno, y sin
posibilidad en un futuro muy inmediato de tenerlo. Si lo piensan
desapasionadamente, verán que las fechas coinciden con los comicios y con el
resultado de los mismos. Si nosotros hemos llegado a este estado con solo tres
semanas y pico, me parece que los catalanes deben estar en un estado orgásmico,
ya que llevan más de tres meses, y a no ser que haya un milagro de aquí al
sábado, tendrán que celebrar nuevas elecciones, es decir, que les quedan como
mínimo otro par de meses largos en esta situación.
En este tiempo que llevamos no nos han
acosado con leyes inicuas, estamos sin
atropellos, sin quitarnos derechos, sólo con alguna medida de mofa como la
subida del salario mínimo en 6,45 euros mensuales, o la ridícula subida del
0,25% de las pensiones. Pero, al menos, no los han rebajado, o suprimido
directamente, como querían hacer ciertos sectores con el mencionado salario
mínimo
Pero no tengamos en cuenta sólo estas
medidas económicas, ya que por otra parte, tampoco hemos ido a tirar bombas de manera
indiscriminada por esos mundos de Allah. La Sra. Merkel parece que se ha
olvidado de nosotros, el FMI se ha debido poner de perfil y permanece en las
sombras ¿Nos parece suficiente para estar contentos y satisfechos?
¿Se ha hundido el país? ¿Ha caído sobre
nosotros alguna de las plagas bíblicas? ¿Echamos de menos los escándalos que
nos salpicaban todos los días?
El
mundo continúa girando. El Euribor sigue bajando. La construcción se ha
reactivado (nada es perfecto). Las fiestas han llevado a una euforia, no sé si
muy justificada, que ha reactivado las ventas y se ha creado empleo, cierto que
de mala calidad y en muchos casos de semi
esclavitud, pero al que no tenía
ningún tipo de ingresos le ha aliviado al menos momentáneamente la situación.
Todo ello hubiese pasado igual con un gobierno, pero con más tensiones.
Hay
alguna gente, sobre todo en las altas esferas y entre los poderes fácticos, que
empieza a ponerse nerviosa, como pueden ser: la Iglesia, los del Ibex 35, los
mandamases de los partidos que pueden a llegar a tocar poder, e, incluso,
algunos ciudadanos contagiados por el ambiente.
Hay
gerifaltes de los partidos que más
representación han obtenido que están sufriendo ataques de ansiedad y con “mono” de poder. Pero ¿Y los ciudadanos?
Pues muy tranquilos, al no haber nadie que se atreva a hablar las “reformas estructurales
que nos exige Bruselas”, sin grandes “mamandurrias” pues las
grandes obras públicas no se licitan y por tanto no vuelan los maletines.
Casi se puede decir que estamos
encantados, puesto que los que jamás han
dialogado, ni con “el plasma”, prometen
consenso y armonía. Todo son buenos propósitos. Todos piensan y prometen
acabar con las desigualdades sociales, y con la precariedad laboral. Han
empezado con bajadas en algunos servicios, escasas y casi nulas, pero por algo
se empieza. En medidas sociales, como el salario mínimo y las pensiones mencionadas
antes, es cierto que son humillantes ¿Pero nos vamos a poner exquisitos y
pedirles sensibilidad social ahora?
Si Bélgica pudo aguantar un año sin
gobierno ¿Nos hace tanta falta a nosotros tenerlo? Que nos dejen disfrutar sin nuevos recortes,
sin nuevos escándalos, sin nuevos y viejos corruptos.
Claro que al final
llegarán a un acuerdo los de siempre y nos fastidiarán el sueño. Pero estamos a primeros de año y con
los Magos y las Magas a punto de llegar
cuando escribo. Por tanto, así como
otros piden deseos imposibles de lograr, yo me pido uno solo: Una buena
temporada sin gobierno.
Publicado en El Periscopi el 08 01 2015