Falta aún mucho
tiempo. Acabo de dejar perder la ocasión, así que tengo casi un año
para despejar mis dudas, pero la cuestión es tan peliaguda que tengo que
meditarlo muy bien.
En primer lugar
tengo que decidir: ¿A quién tengo que pedir mi deseo, a los Reyes Magos o a
Papa Noël?
Particularmente,
tengo una cierta simpatía por el señor gordo y de aspecto bonachón, pero creo
que mi petición no es adecuada para él, más relacionado con lo material, y con bastante
tendencia a fomentar el consumismo. Por su parte, los Reyes, por su condición
de magos, son más adecuados para cumplir el tipo de deseo que tengo. Y aquí
tengo una cierta resistencia, por motivos éticos, a pedírselo a ellos ¿Es
correcto solicitarles algo, dada mi acendrada convicción republicana, a unos
representantes de unas monarquías, seguramente, absolutistas? Creo que al final
adoptaré el científico método de: “Pinto, pinto, gorgorito”.
En cuanto al deseo,
tengo muy claro lo que deseo, pero dudo sobre
la forma de conseguirlo.
El deseo final es
muy claro: Poder pasear tranquilo por la calle, sin sobresaltos, sin estar
expuesto a atropellos, sin que aparezcan vehículos zigzagueando, y pasarme
rozando, y me refiero a las aceras o vías peatonales. Con la proliferación de
bicicletas, patinetes con y sin motor, patines de ruedas paralelas o en línea,
tablas eléctricas o de tracción animal, y demás artilugios que han proliferado,
es imposible circular por las aceras tranquilos, ya que los carriles bicis, o
incluso las calzadas, no existen para algunos de los incívicos usuarios. Para
poder volver a disfrutar de los paseos es por lo que solcito un regalo para
lograrlo y que podría ser uno de estos:
a)
Unas
alitas para poder circular a unos metros del suelo, sin que me afectaran esos artilugios
que ahora me impiden disfrutar. Tampoco quiero alcanzar grandes alturas, entre
dos y tres metros, para no encontrarme con
drones descontrolados. que también abundan.
b)
En
vez de las alas, que siempre serían un tanto molestas de guardar, y existe la
posibilidad de olvidarlas en cualquier sitio, sería mucho más cómodo que la
policía municipal hiciese cumplir las ordenanzas urbanas, evitando que estos
artilugios circulen por las aceras, que vayan sin luces, que crucen por donde
les parece bien, que alcancen velocidades inadecuadas, en fin, que esos
conductores se comporten como entes civilizados, por convicción, o por tener
que rascarse el bolsillo ante cualquier actitud incívica o peligrosa para el
resto de viandantes.
Esta última sería, en mi opinión personal, la
pertinente y lógica solución. Pero, desgraciadamente, ni los Reyes Magos con su
condición de magos, creo que sean capaces de que la policía municipal de Palma
cumpla con las funciones que les son propias, y no solo en seguridad vial.