viernes, 27 de octubre de 2017

¿De que hablamos?



Como un mantra obsesivo, en todas las conversaciones, en los medios de comunicación y en las redes sociales se escucha un número. Unas veces para denigrarlo y otras para ensalzarlo, pero, en ningún caso, deja indeferente. Se trata del 155.

¿Pero qué significa y, sobre todo, qué dice el citado número?

Obviamente, se refiere al artículo del mismo número, contenido en el Título III de la Constitución Española, que dice, literalmente:

1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.

2. Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas.

En una primera lectura, lo que dispone el citado artículo puede parecer claro y diáfano en cuanto su aplicación, pero, al mismo tiempo, da al gobierno una discrecionalidad a la hora de su aplicación que genera tantas dudas, al menos, como las certezas que ofrece:

a)      En primer lugar, en el apartado primero habla de medidas necesarias, sin especificar cuáles, ni  qué organismo debe y puede controlar que las medidas adoptadas por el Ejecutivo sean las adecuadas para que tiendan a solucionar la situación que provocó la  decisión de activar el artículo que nos ocupa.

b)      De la lectura, se podría deducir que entre las medidas no puede descartarse el uso de las Fuerzas Armadas, y la pregunta sería ¿Sólo es el Gobierno el que tiene que decidir si se hace uso de la milicia?

c)       ¿Quién decide que las causas que han generado la excepcionalidad de la situación han cesado, y se puede volver a la autonomía plena de la Comunidad?

d)      ¿Cuánto tiempo puede prolongarse la suspensión de la autonomía?

e)      ¿Qué pasaría si el Gobierno fuese incapaz de solucionar la situación?

Creo que está muy bien lo de las grandes frases y las intenciones loables, pero las cuestiones hay que abordarlas antes de que se produzca el problema, o acaso ¿No ha habido tiempo de desarrollar y regular este artículo en los 40 años que llevamos desde la aprobación de la Constitución?

No he querido de forma consciente pronunciarme sobre si considero o no pertinente la aplicación del artículo. Aunque tengo mi opinión personal, que se puede deducir de escritos míos anteriores, he considerado más oportuno exponer los problemas que, a mi juicio, se derivan de la decisión tomada por el Presidente del Gobierno.


viernes, 20 de octubre de 2017

Perplejidad

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Hay algunas cosas, demasiadas, en este país que por mucho que me esfuerce, no acabo de comprender y por ende  compartir. Pero como resido aquí no tengo más remedio que aceptarlo y votar periódicamente al partido político que en su programa incluya las reivindicaciones más afines con mis pensamientos y deseos. Como consecuencia soy un ciudadano de los muchos que moramos en España.
Es noticia en todos los medios y redes sociales la decisión de la jueza Sra. Lamela aceptando la petición formulada por la fiscalía, de que los Srs. Sánchez y Cuixart ingresaran en prisión de forma incondicional. Y a partir de aquí es cuando empiezan a aparecer mis dudas
Partimos de la base que no he leído el auto emitido por la jueza, pero esta situación no es determinante ya que no pretendo contradecir nada y menos el dictamen; además como he repetido reiteradamente en escritos anteriores carezco de formación jurídica. Si tal fuese mi intención, mi exposición estaría tan sembrada de errores que lo invalidarían.
Mi perplejidad surge de los  siguientes razonamientos: Partimos de un país el que se produjo el golpe de estado  sangriento que se transformo en una guerra civil, entonces es: Un país que tras la guerra la represión fue larga y sangrienta. Un país en que los “paseos” fueron prácticas habituales hasta bastante después de acabada la guerra. Un país se juzgaba por rebelión a los que  defendieron al gobierno legítimo mientras que los que se levantaron en armas se erigían en jueces y verdugos. Un un país que se dictaron sentencias de muerte en tribunales militares que no tenían ninguna legitimidad, aparte de la de las armas y la violencia, y en los que no había  ningún tipo de garantías para los acusados. Un país en que los últimos fusilados por el régimen del General Franco fueron por unos hechos que no están castigados con la pena de muerte cuando se cometieron. Un país que el partido fascista de Falange, responsable además de los mencionados anteriormente “paseos” es legal. Un país que los herederos del Generar y su camarilla sigan manteniendo un trato de favor. Un país donde una fundación creada para honrar la memoria del sangriento dictador sea legal e incluso reciba subvenciones estatales Y por último, un país que a pesar de todos estos antecedentes  no se haya condenado en las Cortes Generales a todo lo que representa las atrocidades cometidas por el General Franco y todo su entramado.
Dentro de todo el contexto expuesto, no alcanzo a comprender que haya alguien, que por muchos fundamentos legales que puedan existir, se atreva a imputar por sedición sin antes haber sido condenado de forma clara, contundente y con carácter vinculante al Régimen que nos tuvo bajo su yugo durante cuarenta años?
Por cierto, en estos días se cumplen los cuarenta años de la infame Ley de Amnistía, en la que dejaba sin castigo y sin posibilidad de revisión los crímenes contra la humanidad cometidos y que según las legislaciones internacionales, no prescriben.
 
 
 
 


 

viernes, 13 de octubre de 2017

Vida sana


 

 
Este país no se ha caracterizado por la práctica de ejercicio físico por parte de la generalidad de la población. Es más, para una inmensa mayoría, la única relación con las actividades deportivas es la lectura habitual del MARCA. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, están cambiando las costumbres de los ciudadanos, y del pueblo en general. Hemos empezado a hacer ejercicio público, e, incluso, a practicar deportes aún no reconocidos como olímpicos por el C.O.I.
¿Cuándo ha comenzado este cambio de costumbres generalizado? Básicamente, con el Catexit y su “procés”. Si bien, es verdad que había  algunos/as pioneros/as que lo practicaban de forma esporádica ante algún suceso importante, y, sobre todo, luctuoso, como el asesinato de mujeres víctimas de la violencia machista. Pero los practicantes eran pocos, y una parte (gran parte) consideraba a los/asistentes como gente que tenía poco que hacer, y que acompañaban a los familiares para que no estuviesen en la más profunda soledad.
Pero esta situación ha cambiado de  forma espectacular. Todos, pues generalmente se realizan de forma multitudinaria, se han dedicado a pasear, o a una modalidad que consiste en estar parado en algún sitio mientras se ejercitan los pulmones y las gargantas. Y en  ambos casos se practican, al mismo tiempo, otras modalidades atléticas de nuevo cuño, pero ejercidas por diferentes grupos, dependiendo del tipo de marcha o concentración. Al haber de diferentes tipos, analicemos unas y otras en función de quiénes las convocan:
a)      Las que organizan los soberanistas suelen acabar con dos tipos diferentes de disciplinas atléticas: por una parte, ejercicios de movimiento de porra y transporte de manifestante tumbado; y, por la otra, un entrenamiento muy efectivo para aprender a soportar estoicamente los ataques del contrario en las diferentes artes marciales, especialmente, en aquellas en las que se usan bastones . En algunos casos, en este tipo de eventos se practica la modalidad de zapatear encima de los coches blancos y verdes con luces azules en los techos al tiempo que se trata de impedir el libre moviento de otras personas.
b)       Las que protagonizan los llamados unionistas tienen como principal atractivo el arraigado amor a la tolerancia y a la democracia, como pueden ser el de los señores y señoras de Hazte Oír, o, en esta comunidad, el Foro de la Familia, o el Círculo Balear. Se caracterizan porque, junto a ciudadanos que marchan pacíficamente, recordando a la señora madre de Puigdemont, otros efectúan estiramientos del brazo derecho. Llama también la atención que muchos de los asistentes deben ser aficionados a la cetrería, pues portan banderas con águilas. También hay muchos que se identifican con los “guiris” que vienen a nuestro país atraídos por las playas y el sol, ya que cantan una bella melodía que comienza: “Cara al sol…”. Algunos de ellos practican,  dado lo visto en Palma, los deportes de “derriba stands y tenderetes”, así como el de tiro de piedra.
c)       Hay otros que se reúnen ante la palabra mágica  “PARLEM”. Y digo mágica ya que no se sabe quién puede estar detrás; no se sabe de qué se quiere hablar; y tampoco se sabe muy bien entre quienes. Asiste mucha gente, ya que el lema es bonito, y, de momento, no están inventando ningún deporte novedoso.
d)      Hay otra modalidad que no surge directamente de Catalunya, pero, ya que los cetreros y simpatizantes de Helio (queda cursi, pero…) estaban en marcha, aprovecharon el día de la Comunidad Valenciana para seguir ejercitándos, aunque aquí quisieron iniciarse en el deporte de bates de beisbol, porras y barras voladoras, demostrando un absoluto dominio de las mismas, ejercicio que efectuaron ante la atenta mirada de algunos policías, que  dada la destreza exhibida, no tuvieron necesidad de intervenir.
e)      Y, finalmente, no quiero olvidar aquí otras modalidades, como la Marcha por la Dignidad, que lleva recorriendo España desde hace ya algún tiempo; o la  Marcha por unas Pensiones Dignas, que tienen todo mi apoyo, respeto y solidaridad.

viernes, 6 de octubre de 2017

Lo que me gustaría saber tras el 1 O



Generalmente, cuando comienzo uno de estos escritos semanales los tengo pensado, e, incluso, le he dado forma mentalmente. Lógicamente, a continuación de transcribirlo, lo pulo, y después, y por respeto a los lectores (posibles lectores), lo corrijo, tanto de las faltas por errores al teclear, como para intercalar palabras, e, incluso, a veces frases enteras que había dejado de escribir, ya que escribo mucho más lento que pienso, que ya es decir.

¿Por qué hago ese preámbulo? Pues porque hoy, cuando aún me duran las terribles sensaciones, voy a cambiar de sistema, pues no tengo guión previo, y escribiré conforme me fluyan los pensamientos sobre tan infausta fecha. Pero eso es solo una cuestión de método, la variación más importante es que no voy a intentar buscar la ecuanimidad, ya que, si bien es cierto que he dedicado muchos más escritos  a criticar al PP, creo que ningún partido ha quedado a salvo de mis críticas cuando he considerado que se equivocaban. Sin embargo, opino que los hechos a los que me estoy refiriendo son tan impactantes que   no me importa abandonar la equidistancia en mis deseos de conocer y comprender la situación a la que se ha llegado.

Me gustaría saber si es posible tener espíritu democrático, e intentar parar mediante la represión los deseos de un pueblo decidido a realizar cualquier acto reivindicativo.

Me gustaría saber si, al enviar fuerzas antidisturbios de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, pensaron que, al verlos, el pueblo catalán se encerraría en sus casas, como hacíamos la mayoría en tiempos del General Franco.

Me gustaría saber si el Gobierno Central y el partido que lo sustenta  saben que en democracia se gobierna con métodos distintos a los que usaban sus padres reales o ideológicos.

Me gustaría saber si el Sr. Rajoy quiere solucionar el problema democráticamente o “manu militari”, a pesar de que los hechos comienzan a hablar por sí solos, y me están dando la respuesta.

Me gustaría saber dónde tiene el Sr. Sánchez la coherencia, no ya política, si no personal, cuando exige el imposible de que Rajoy dialogue, y, ante los hechos consumados, no promueve  una moción de censura, aunque solo  sea para guardar la dignidad de la Cámara

Me gustaría saber la razón por la cual el Sr. Rivera quiere incendiar aún más Catalunya solicitando que se aplique el artículo 115 de la Constitución.

Me gustaría saber qué sentían, qué pensaban ciudadanos de diferentes lugares que son explotados, cuyos derechos son recortados, con dificultades para llegar a fin de mes, con problemas de enseñanza para sus hijos, con carencias en sus necesidades sanitarias cuando ovacionaban a las huestes que iban a reprimir a un pueblo, mientras les arengaban y pedían que fueran a por ellos.

Me gustaría saber qué sentían los ciudadanos que se autoproclaman demócratas, y que fueron a las manifestaciones en pro de la unidad, mientras veían a su lado banderas franquistas y escuchaban el “Cara al sol”.

Me gustaría saber qué piensa El Govern cuando ve a sus ciudadanos apaleados  sabiendo que mentían en la cuestión de su continuidad en la UE ya que con las condiciones para ser admitido un nuevo miembro, Catalunya no puede ser admitida.

Me gustaría saber cómo va a explicar el Govern a sus ciudadanos que la mayoría de los países de su entorno no van a reconocer su independencia, y que, de hecho, no servirá de nada la proclamación unilateral, y que será así mientras a esas mismas naciones les sea más rentable, económicamente hablando, tener relaciones con España, antes que con Catalunya.

Me gustaría saber cómo pretende la Generalitat llegar a un acuerdo con el Gobierno español sobre temas económicos y jurisdiccionales, si entre ambos no han sabido llegar a ningún tipo de acuerdo en el reconocimientos de más atribuciones a la Generalitat.

Me gustaría saber, si al final hay una escisión, que sería no pactada, según se vislumbra, quién y cómo se pagarán los sueldos a los funcionarios, y las pensiones a los jubilados.

Me gustaría saber cuál hubiese sido la posición del P.de Cat. (antigua Convergencia) si no hubiesen estallado los casos Pujol, el del 3%, y Andorra hubiese seguido manteniendo la total opacidad sobre las cuentas depositadas en sus bancos.

Me gustaría saber cómo el pueblo catalán se ha dejado arrastrar por la mendacidad de unos y otros hasta llegar a perder la ecuanimidad.

Me gustaría saber si alguien esperaba un discurso del Rey llamando a la concordia y al diálogo.

Me gustaría saber cuál hubiera sido el dictamen del Tribunal Internacional de La Haya, si el P. De Cat. no hubiese tenido las urgencias por su situación y se hubiese pedido su intervención.

Por último, me gustaría saber cómo podría evitar las nauseas que me produce toda esta situación, a la que hemos llegado por la cerrazón de unos y otros, pero aún más el no ver una posible solución, dada la talla intelectual y de liderazgo en las distintas formaciones políticas que “disfrutamos”.


viernes, 29 de septiembre de 2017

Cuestión de números




Cuestión de números

Cuando una persona, o un reducido número de personas, infringen una ley, casi con completa seguridad, es que se encuentran en una situación errónea, o están delinquiendo directamente. Por ello, la respuesta de la sociedad, o de sus representantes, debe ser de tipo legal, y no político.

Cuando la mayoría de personas de un colectivo se enfrenta a una ley, casi con seguridad, lo que es erróneo es la ley a la que se oponen. Por tanto, la solución tiene que ser obligatoriamente política, y jamás judicial y punitiva, ya que, en  ese caso, lo único que se consigue es exacerbar los ánimos.

En el primero de los ejemplos que pongo se pueden incluir los temas de presunta corrupción, ya que son minoritarios en la sociedad, pues están realizados por una minoría de la clase política. Pero, en la mayoría de las ocasiones, en vez de darle un tratamiento legal y, si procede, punitivo, los partidos intentan darle una solución política, evitan hasta donde les es posible la acción de la justicia, acudiendo a triquiñuelas legales, unas veces sutiles, en busca de retrasar las actuaciones judiciales para que prescriban los presuntos delitos; otras veces sus procedimientos no son tan delicados, como en el caso de destrozar a martillazos los discos duros de los ordenadores del Sr. Bárcenas.

En el segundo de los casos, si la mayoría muy representativa de un territorio, bastante más del 70%  de la población, manifiesta que está en contra de una Ley, la solución, en todos los casos, debe ser política y no punitiva. Claro que, para llegar a soluciones políticas, se necesitan representantes idóneos, con capacidad de diálogo, y con voluntad política de llegar a un compromiso. Compromiso que puede llevar aparejada una cierta renuncia, de forma que ambas partes se puedan considerar vencedoras, y ninguna tenga el sentimiento de derrotada.

¿Qué ha pasado en Catalunya? Que tanto que el Gobierno como el Govern, junto con los partidos políticos, se han dedicado a echar más fuego, y a encender los ánimos, perdiendo, al final, y dada la radicalización de la ciudadanía tanto en un sentido  como en otro, el dominio de la situación. En consecuencia, los ciudadanos se agrupan bajo otras organizaciones, tanto existentes anteriormente como creadas al efecto, llegando a situaciones como las acaecidas  en algunas localidades de Andalucía en donde se despedía a la Guardia Civil, (que, no olvidemos, va enviada por el Gobierno Central para reprimir) al grito de “¡A por ellos, oe”, con un espíritu épico, como si fueran a reconquistar su tierra mancillada por invasores que fueran a destruir sus raíces históricas. Mientras que otros, alentados desde el Govern, acosan e insultan a aquellos Alcaldes que, por convicción o por disciplina de partido, se oponen a facilitar los medios necesarios para que se pueda votar.

Con la pérdida de influencia de los partidos, resulta mucho más difícil llegar a unos acuerdos de las partes, suponiendo, que es mucho suponer, que quisieran llegar a una solución pactada que contentara a todos en parte, y defraudara, también por igual, a las  facciones opuestas actualmente. Ya que la única solución podría venir desde una postura inteligente y dialogante de los respectivos gobiernos, Central y de la Generalitat,  puesto que ambos tienen el poder teórico para llegar  a un pacto político.

He dicho que tienen el poder teórico, pero ¿Por qué teórico? Ambos han tensado tanto la cuerda que, en una gran parte, la situación ya no depende de ellos, si no  de los entes que han creado mientras jugaban  a “aprendices de brujos”. Por eso cabe preguntarse: ¿Perdonaría la derecha radical y extrema que el Gobierno del Sr. Rajoy aceptara alguna de las condiciones políticas del Govern del Sr. Puigdemont?, ¿O le tratarían de traidor, haciéndoselo pagar en las urnas? Esta misma pregunta, pero con los dirigentes cambiados, se podría hacer a los soberanistas que se han radicalizado al Ejecutivo del Sr. Puigdemont.

Hoy en día, el problema es que no hay cabezas visibles, con capacidad  de liderar a las partes enfrentadas, y cuyas decisiones tengan posibilidad de ser refrendadas por los poderes políticos

En cuanto a inteligencia política por ambas partes, que sería una condición indispensable, mejor dejarlo correr para no ponernos a llorar desconsoladamente.

viernes, 22 de septiembre de 2017

¿ El Walhalla?



¿ El Walhalla?

Vaya por delante que siempre me he considerado republicano; que me repugna el pensamiento de que, por un coito más o menos programado, el resultado tenga que ser Jefe del Estado de un país; que no alcanzo a comprender cómo personas no implicadas en este dislate puedan defender semejante discriminación.

Una vez hecho este preámbulo, que considero necesario para aclarar posturas, pasaré a desarrollar el tema de esta semana.

En estos días, si nos asomamos a las redes sociales y nos aparecen opiniones de partidarios de la consulta popular en Catalunya, y ya no digamos de los partidarios de la independencia, nos encontramos con verdaderos panegíricos de la Republica, como si esta, por sí sola, fuese una especie de paraíso terrenal, donde se ubican todos los bienes, sin mezcla de mal alguno. Bueno, esto también ocurre con una mayoría muy considerable de los que se consideran republicanos, sea cual sea su posición con respecto al Referéndum (o conato del mismo, que ya veremos lo que pasa). Ni que decir tiene que todos los enaltecedores del sistema republicano se consideran progresistas, y con tendencias izquierdistas.

Todos estos españoles (al menos quienes tienen esta nacionalidad actualmente) miran como espejo, donde se reflejan todas las virtudes democráticas y progresistas, a la Segunda República Española. Pero, ¿Son rigurosos en sus apreciaciones?

Es cierto que la II República trajo una serie de reconocimientos de derechos civiles, destacando entre todos el reconocimiento del voto femenino; también la separación de la Iglesia y el Estado, que llevó aparejada una Ley del Divorcio, posiblemente la más progresista del mundo en esos momentos; una gran preocupación por la escolarización y culturización del pueblo; y el florecimiento y reconocimiento de las artes y los artistas.

Hasta aquí, todo parece idílico. Pero ¿Borramos los siguientes hechos? La supresión de L’Estat Català, con la intervención del ejército al mando del General Batet; de la Generalitat, con la correspondiente represión y la detención de su President y del Alcalde de Barcelona. También podemos recordar la salvaje represión a sangre y fuego de la llamada Revolución de Asturias, donde, por cierto, un General llamado Francisco Franco, se distinguió por su crueldad en la represión.

Pero, salgamos de España,  y hablemos de actuaciones de gobiernos republicanos en diferentes países con respecto a los exilados de guerra españoles. No se puede comparar a la República Francesa del Sr. Didalier, que los trató de malhechores, al tiempo que los encerraba en campos de concentración sin ninguna infraestructura sanitaria, e, incluso, sin agua corriente, con la actitud de D. Lázaro Cárdenas, presidente de Méjico, país que los recibió con los brazos abiertos.

Por otra parte, no podemos olvidar que a Mussolini le llamó para gobernar el Rey de Italia, pero que a Hitler le nombró Canciller el Presidente de la República de Weimar.

Josef Stalin, Jorge Videla, Nelson Mandela, y José Mujica han sido presidentes de las repúblicas de sus  respectivos países ¿Podemos equipararlos por sus ideas y trayectorias políticas al haber ocupado todos ellos la Jefatura del Estado? Obviamente, no. 

A modo de despedida, me gustaría dejar una pregunta abierta para que cada uno se respondiera a sí mismo, y sin que se enterara nadie ¿Dónde preferirías vivir en el Reino de Suecia o en la República del Congo? Yo lo tengo muy claro, pero lo mantendré en secreto.


viernes, 15 de septiembre de 2017

¿Hacia el Catexit?



¿Hacia el Catexit?

 

He de empezar reconociendo que eso de vaticinar no es lo mío. Casi nunca se cumple lo que creo que se tiene que cumplir. Por eso he mandado al taller mi bola de cristal ya que distorsionaba y perdía foco.

 

Ante estas circunstancias, no voy a hacer ninguna aseveración. Antes bien, creo que estaré más acertado si me planteo algunas incógnitas y las dejo abiertas.

 

¿Se llegará a celebrar el Referéndum el día 1 0? Si llega a celebrar, es cuando viene la gran incógnita ¿Qué pasará el día 2 O, aparte de que todas las partes dirán que han ganado?

 

Sin embargo y a pesar de mi reticencia a adelantar certezas antes de  producirse los acontecimientos, tengo la convicción de dos cosas con respecto a este tema:

a)      Si se llega a producir la votación, el Si, será abrumador, ya que los partidos llamados constitucionalistas, al no admitir que el referéndum salga adelante, no han movilizado a sus potenciales votantes para que votasen No. De esto resulta que, previsiblemente, la abstención será muy alta y los No escasos.

b)      En todos los casos, tanto si hay consulta popular, como si se impide, y salga el resultado que salga, creo que habrá un cierre en falso que está creando y enquistando unas heridas sociales que serán muy difíciles de cerrar.

 

No voy a buscar culpables, ya que no me corresponde a mí juzgar y, además, reiteradamente he dado mi opinión al respecto, nada favorable por cierto, para ninguna de las dos partes: Unos porque no se han acordado de pedir la  independencia hasta que no se han llevado a los tribunales sus posibles casos de corrupción; los otros porque creen que sus votantes les perdonarán, como así han hecho hasta ahora, por sus presuntas corrupciones, pero que no perdonarían un diálogo, y mucho menos un entendimiento político con los “rojos separatistas” catalanes que quieren mantener su idioma e identidad cultural.

 

A todo esto, llama la atención la justificación por parte de los soberanistas para argumentar sobre la legalidad de su referéndum basándose en la adhesión del Estado Español al PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES. Dicha adhesión fue publicada en el B.O.E núm. 103, de 30 abril 1977, este pacto en su Artículo 1 dice: “Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, socia1 y cultural”; y en la PARTE II, Articulo 2, punto 1, diceCada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a respetar y a garantizar a todos los individuos que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción los derechos reconocidos en el presente Pacto, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social”.

 

Aquí es muy importante recordar n que la Constitución Española, en su título III, artículo 96, párrafo 1, expone lo siguiente: “Los tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho internacional”.

 

Antes de seguir adelante, creo necesario definir pueblo, que en el D.R.A.E y en su tercera acepción dice lo siguiente: “Conjunto de personas de un lugar, región o país”. El prestigioso diccionario de Oxford va un paso más allá y añade los conceptos  de raza, religión, idioma y cultura.

 

A la vista de estas circunstancias, podría parecer que el Referéndum tendría que ser legal, pero hay una diferencia de lectura crítica: mientras que en el  Pacto habla de pueblos, en la Constitución, en su título preliminar, artículo 1, párrafo 2, dice textualmente:” La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.

 

En esta tesitura ¿Quién tiene la razón legítima?, ¿Los que promueven el referéndum alegando que en el  Pacto se habla de pueblos, de cualquier pueblo?, ¿O los que niegan la legitimidad del mismo acogiéndose a la puntualización  de “pueblo español”?

 

Debo suponer que los miembros del Tribunal Constitucional son grandes especialistas en el tema y de una imparcialidad exquisita y no les mueven intereses espurios ¿No lo creen Vds. así?